“LA NIEBLA”: CINE CON HECHURAS DE CLÁSICO

Con cierta aura de film maldito y de culto a la vez ha llegado finalmente a nuestros cines y con meses de retraso la película “La niebla”. El film está dirigido y escrito a partir de una obra de Stephen King por Frank Darabont (“Cadena perpetua”, “La milla verde”).

El argumento de “La niebla” es sencillo, el film narra como un grupo de hombres y mujeres se ven forzados a encerrarse en un supermercado de un pequeño pueblo costero cuando una misteriosa niebla lo inunda todo. A partir de ahí la tensión entre ellos irá en aumento al darse cuenta a partir de inquietantes acontecimientos, de que su situación es mas peligrosa de lo que en un principio se suponía. Digamos que hasta aquí podemos leer…

Mucho se ha hablado, a favor y en contra del film. Pues bien, “La niebla” no es ni más ni menos que gran cine de serie B. Un clásico, nada menos. Un clásico moderno del cine fantástico. Film duro, seco, sin concesiones y profundamente pesimista es su planteamiento ético. Darabont se revela como un gran director cuando homenajea a la ciencia ficción de los años 50 y 60. La puesta en escena es brillante, con una atmósfera inquietante, aterradora en muchos momentos y desesperantemente opresiva para el espectador. La acción está resuelta con un ritmo apabullante y un pulso narrativo sobresaliente. Las escenas iniciales (homenaje a "Poltergeist" incluido) ponen de relieve la maestría de su director para desasosegar paulatinamente al espectador, hasta que el horror nos estalla en la cara. En cambio cuando el Darabont guionista se mete a sociólogo sale peor parado por lo manido y tópico del discurso: los peligros de los fanatismos, el hombre como el peor enemigo del propio hombre por encima de los peligros externos. Males menores en cualquier caso.

Darabont acierta de pleno también con un reparto sin estrellas pero con actores en estado de gracia. Comenzando por un Thomas Jane sencillamente asombroso en su papel como héroe cotidiano. Admirables son igualmente los trabajos de Marcia Gay-Harden, Laurie Holden, Toby Jones, William Sadler y un niño al que por una vez no dan ganas de asesinar como ocurre con la inmensa mayoría de los niños prodigio, si no que resulta creíble y encantador. Un trabajo actoral de primer orden.

Mención aparte merece su indescriptible, demoledor final. No revelaremos nada. Siemplemente que se trata de un desenlace tan brutal que te deja hundido en la butaca mientras te preguntas: “¿Cómo puede una película acabar así?”. Definitivamente, esta es una película que puede gustar mucho, bastante, poco o nada, o puede resultarte apasionante, pero hay que verla porque es cine que no deja indiferente. No seré yo quien esgrima aquello de “Obra maestra”, porque eso el tiempo lo dirá.