Es esta la historia de un robo. La historia de un robo narrado bajo diferentes prismas, diferentes miradas que se corresponden con la de cada uno de sus personajes. Dos hermanos con problemas económicos acuerdan asaltar la joyería de sus padres. El golpe, sencillo y sin riesgos sobre el papel, acaba en desastre. El guión avanza adelante y hacia atrás en el tiempo para de forma impecable encajar todas las piezas del puzzle, explicando las motivaciones de los personajes, la planificación del asalto y sobre todo las consecuencias devastadoras del mismo, que condenarán y convertirán en añicos las míseras vidas de sus protagonistas.
Con interpretaciones sublimes de Ethan Hawke y Philip Seymour-Hoffman como los hermanos menos parecidos físicamente de la historia del cine y un no menos sobresaliente Albert Finney como su padre, el octogenario pero jovencísimo director Sydney Lumet (“Doce hombres sin piedad, “Network,”, “Veredicto final”, “Un lugar en ninguna parte”, “Asesinato en el Orient Express”…) construye una película desasosegante, turbia y de ritmo enloquecedor. Un film que no se ve, si no que toma al espectador como rehén obligándonos a devorar cada segundo de metraje con avidez y angustia.
Historia de dos perdedores arruinados económica y moralmente, el film los persigue en su descenso a los infiernos bajo una mirada implacable. Es este un film sobre personajes acorralados en una espiral de despropósitos y de trágica decadencia, y que a cada movimiento se hunden un poco más en sus propias miserias. Es un film sobre familias en avanzado estado de descomposición, sobre parejas destruidas o en proceso de putrefacción ante nuestros ojos. Un film sobre lealtades violadas, y sobre traiciones definitivas. Nada en este mundo tiene arreglo, parece decirnos el director. Nunca podremos escapar a nuestro destino trágico que nos aboca a la mayor de las soledades y a la ausencia total de esperanza. Todo está oscuro ahí afuera.
Con interpretaciones sublimes de Ethan Hawke y Philip Seymour-Hoffman como los hermanos menos parecidos físicamente de la historia del cine y un no menos sobresaliente Albert Finney como su padre, el octogenario pero jovencísimo director Sydney Lumet (“Doce hombres sin piedad, “Network,”, “Veredicto final”, “Un lugar en ninguna parte”, “Asesinato en el Orient Express”…) construye una película desasosegante, turbia y de ritmo enloquecedor. Un film que no se ve, si no que toma al espectador como rehén obligándonos a devorar cada segundo de metraje con avidez y angustia.
Historia de dos perdedores arruinados económica y moralmente, el film los persigue en su descenso a los infiernos bajo una mirada implacable. Es este un film sobre personajes acorralados en una espiral de despropósitos y de trágica decadencia, y que a cada movimiento se hunden un poco más en sus propias miserias. Es un film sobre familias en avanzado estado de descomposición, sobre parejas destruidas o en proceso de putrefacción ante nuestros ojos. Un film sobre lealtades violadas, y sobre traiciones definitivas. Nada en este mundo tiene arreglo, parece decirnos el director. Nunca podremos escapar a nuestro destino trágico que nos aboca a la mayor de las soledades y a la ausencia total de esperanza. Todo está oscuro ahí afuera.
3 comentarios:
Profundo análisis querido Truman, yo no habría explicado esta turbadora película mejor...
No hay quien se salve, cada cual es moralmente peor que los demás, la realidad que nos narra es terrible, pero a la vez creible, lo que es más inquietante...
Fantástico análisis Truman, cada día te superas más y más con tus artículos. Espero poder verla en breve. Supongo que eso del destino es algo que nos fraguamos nosotros mismos, consciente o inconscientemente, pero siempre bajo nuestra responsabilidad.
Totalmente de acuerdo. Un gran film
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