martes, 17 de junio de 2008

INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL: LA PÉSIMA JUBILACIÓN DEL HÉROE ARQUEÓLOGO

Nos metimos a ver la cuarta entrega de Indiana Jones en una de esas tardes de domingo en la que no apetece pensar, apostando por que nos lo diesen todo hecho y mascado. Pero al cerebro no hay que dejarle descansar demasiado, de lo contrario se corre el peligro de sumergirse en un estado de apelmazamiento sólo comparable a ese malestar que se siente tras una larga siesta estival. Harrison Ford advirtió en la presentación del filme que ya no es un hombre de treinta o cuarenta años. Con ello adelantó que su personaje, como es evidente, tampoco lo es. El tiempo pasa, y el arqueólogo es un hombre sexagenario, cuyos rasgos caracteriales se han acentuado como es habitual a estas edades. Y por tanto, en el plano físico a “Indy”, como es ridículamente apodado, le cuesta saltar de un lado para otro o manejar su látigo bajo sus posibles achaques artríticos. En la trama, George Lucas y Steven Spielberg vuelven a engañar a algunos norteamericanos, que no al resto del mundo, “adaptando” hechos históricos y leyendas a un guión que parece haber sido redactado por alguien que acaba de hacer un cursillo de tres días.

El argumento es muy simple, que para eso estamos ante una película de aventuras (es curioso, contra más sencillas son las tramas, más me cuesta entenderlas a veces): hay que encontrar un cráneo de cristal que también es buscado por los agentes de la extinta Unión Soviética (como siempre los super malos según EEUU). De repente, “Indy” se encuentra con el que resultará ser su hijo, un joven motociclista llamado Mutt interpretado por un tal Shia LaBeouf (con este nombre de perrita pija, el chaval no sé si llegará muy lejos). Se supone que aquí se pasa el testigo generacional para futuras secuelas que no pienso ir a ver. Para justificar el bragetazo del arqueólogo reaparece la chica, ya madura, de la primera parte, Marion Ravenwood. Este personaje vuelve a ser interpretado por Karen Allen, una actriz a la que Cristo y la Virgen han venido a ver, dado su irregular bagaje en el mundo de la gran pantalla.

La mala de la película (con poderes para leer la mente que no se explotan nada en el transcurso del filme), la agente soviética de origen ucraniano Irina Spalko, está interpretada por una de las mejores actrices del momento, Cate Blanchett. En esta ocasión, la australiana parece que durante el rodaje se puso el piloto automático y, al igual que Ford, supongo que pensaba a menudo en la pila de millones que se iba a embolsar al término de este soberano truñete cinematográfico. Para construir su personaje, vuelve a perpetrar el típico acento ruso que tan mal hacen tanto anglosajones como españoles. Y aquí voy a explicarme, por la cuenta que me trae: la “r” del idioma ruso no se pronuncia tan fuerte como suelen reflejar en los miles de filmes donde sale algún personaje ruso hablando en otro idioma. Para que os hagáis una idea, en mi sorprendente lengua, es la letra “er”, y no “erre”.
Deslices fonéticos aparte de los que la Blanchett tampoco tiene la culpa, en la cuarta parte de Indiana Jones, cuya trama no seguiré desvelando por si alguien decide verla cuando salga en DVD o la echen por televisión, existen algunos pasajes entretenidos que nos hacen regresar a la nostalgia de la típica película de acción sin mayores pretensiones. Pero en este caso, la jubilación del héroe merecía ser resuelta con más dignidad. Por otro lado, también se nombran otras leyendas como la de “El Dorado”, pero llega un momento en el que no sabes si estás viendo un filme de Indiana Jones o un capítulo de “Expediente X”. Hubo momentos en los que parecía que los agentes Mulder y Scully iban a emerger de las profundidades de las cuevas junto a E.T. para subirse a la chepa de Harrison Ford.

LO MEJOR: de entre toda la historia saqué un pequeño mensaje en el momento en el que la agente Spalko encuentra lo que hay que encontrar; a veces, tener demasiada información no es nada bueno.
LO PEOR: el 70% del filme. Mención especial a esas estúpidas ardillas medio Disney que salen al principio o en el momento en el que Indiana Jones se salva de una explosión nuclear… metiéndose en un frigorífico. ¿Qué es lo que realmente aprobó Harrison Ford? ¿El guión o el tremendo salario que iba a recibir?
CALIFICACIÓN: 4/10

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues a mi me gustó, aunque ni la mitad que las 3 películas de los años 80. Cerebro desconectado y a disfrutar, aunque todos los actores, salvo Harrison Ford, están para matarles.

MALENA dijo...

Gaspashá.. gracias por tu maravilloso post. Y gracias por introducirnos en tu maravillosa cultura y lengua.
Yo no he querido ir a ver la peli porque soy muy muy fan de Indiana y no quiero acabar la saga con un mal sabor de boca. Además, ya me habían soplado que Spilberg había hecho una "spilberiada" de las suyas y el resultado era "tremebundo" ; como cuando le metió mano a la peli: Inteligencia Artificial.. y vaya, que ya de por sí no era una maravilla, pero acabó convirtiéndola en una moñada de padre y muy señor mío.
Besicos mil
Male

Anónimo dijo...

Menos mal que te parece una mierda. Yo formaba parte de ese reducido grupo que no había visto ningua peli de La guerra de las galaxias ni de Indiana Jones y rompí la tradición con esta entrega de Indi por culpa de mis queridos Óscar del Pozo y Marín y tengo que decir que si no fuera por la buena compañía me hubiera salido del cine. Hilarante

Anónimo dijo...

No es por nada, pero a mí lo de la buena compañía en el cine me parece una chorrada, salvo que te salgas del cine y hagas otra cosa, que veo que es precisamente lo que no hiciste. Aunque tal vez sois de los que os poneís a hablar y reiros y molestar a los que si les interesa la pelicula. Triste no hilarante