Nunca me ha gustado Michael Myers. Siempre he preferido a psicópatas con más carisma como Freddy Krueger a los cuales puedes llegar a tener cierta simpatía o entender sus motivos, pero Myers, al igual que Jason Voorhees de Viernes 13, se limitaban a pasar película tras película asesinando brutalmente a sus víctimas sin mostrar el más mínimo sentimiento, ni siquiera un poquito de placer que es lo que deberían, digo yo.
Por eso esta película tenía un poco más de intriga que cualquier otra de las doscientas cincuenta que se han hecho sobre este brutal asesino: remontarnos a su infancia y así poder explicar el porqué de su natural instinto asesino y de su mítico mutismo. Pues es en esto en lo que la película dirigida, con buen ritmo y estilo propio, por Rob Zombie (¿ultima esperanza americana del cine de terror?) falla, ya que lejos de dar una explicación un poco coherente, nos presenta a un niño ya psicópata desde su más tierna edad. Vale que su familia es la típica familia disfuncional (padre borracho, madre bailarina de striptease) americana, pero el tópico está tan manido y cogido por los pelos, que una se esperaba un poquito más de imaginación y coherencia por parte de los guionistas.
Aun así, la parte de la infancia de Myers es lo más destacado del film, ya que muestra con gran crudeza y violencia los asesinatos que comete a la tierna edad de 9 añitos (y es que ver a niños cometiendo asesinatos en pantalla, como sucede también en la gran película de Narciso Ibáñez Serrador “¿Quién puede matar a un niño?” me produce siempre un gran desasosiego) Lo más terrorífico del film además es poder ver por fin la cara de Michael Myers y descubrir que en realidad es... Michael Pitt!!
A partir de que el jovencito Myers es encarcelado, la película decae completamente convirtiéndose en la enésima secuela de la saga, una historia mil veces contada sin ninguna novedad respecto a todo lo que se ha visto ya, aburrida y carente de sentido y de guión.
De Rob Zombie espero más: si “La casa de los 1000 cadáveres” era una completa ida de olla de su autor con las escenas más inquietantes y surrealistas de los últimos tiempos, y “Los renegados del diablo” trascendía el género para convertirse en una película más seria y madura, “Halloween: el origen” no aporta absolutamente nada ni al cine de terror, ni al público ni a su director.
Por eso esta película tenía un poco más de intriga que cualquier otra de las doscientas cincuenta que se han hecho sobre este brutal asesino: remontarnos a su infancia y así poder explicar el porqué de su natural instinto asesino y de su mítico mutismo. Pues es en esto en lo que la película dirigida, con buen ritmo y estilo propio, por Rob Zombie (¿ultima esperanza americana del cine de terror?) falla, ya que lejos de dar una explicación un poco coherente, nos presenta a un niño ya psicópata desde su más tierna edad. Vale que su familia es la típica familia disfuncional (padre borracho, madre bailarina de striptease) americana, pero el tópico está tan manido y cogido por los pelos, que una se esperaba un poquito más de imaginación y coherencia por parte de los guionistas.
Aun así, la parte de la infancia de Myers es lo más destacado del film, ya que muestra con gran crudeza y violencia los asesinatos que comete a la tierna edad de 9 añitos (y es que ver a niños cometiendo asesinatos en pantalla, como sucede también en la gran película de Narciso Ibáñez Serrador “¿Quién puede matar a un niño?” me produce siempre un gran desasosiego) Lo más terrorífico del film además es poder ver por fin la cara de Michael Myers y descubrir que en realidad es... Michael Pitt!!
A partir de que el jovencito Myers es encarcelado, la película decae completamente convirtiéndose en la enésima secuela de la saga, una historia mil veces contada sin ninguna novedad respecto a todo lo que se ha visto ya, aburrida y carente de sentido y de guión.
De Rob Zombie espero más: si “La casa de los 1000 cadáveres” era una completa ida de olla de su autor con las escenas más inquietantes y surrealistas de los últimos tiempos, y “Los renegados del diablo” trascendía el género para convertirse en una película más seria y madura, “Halloween: el origen” no aporta absolutamente nada ni al cine de terror, ni al público ni a su director.
LO MEJOR: La crudeza de las escenas más violentas, y que es muy probable que no haya ninguna secuela más
LO PEOR: La falta de imaginación en el guón
PUNTUACIÓN: 3,5/10
2 comentarios:
Estupendo artículo querida Lady Foster. Bajo mi punto de vista, las películas de psico killers vivieron un tiempo de esplendor a finales de los 70 y principios de los 80 con las primeras partes de "La noche de Halloween", "Viernes 13" (donde la madre de Jason era la asesina, lo mejor cuando se lian la prota y ella a cacharrazos en una cocina), "La matanza de Texas" y, por supuesto, "Pesadilla en Elm Street". Después, el resto solamente han sido burdas secuelas; en la anterior a esta de Halloween no se salva ni Jamie Lee Curtis. El rollo psico killer tuvo cierto repunte en los 90 con Scream, pero poco más. Qué difícil es ver una buena película de terror en los últimos tiempos.
Michael Pitt. Yo sí que siento deseos de matar cuando lo veo...
Publicar un comentario