Hace unos días Gaspashá llevaba a cabo un minucioso análisis sobre las falsedades y tópicos acerca de la familia americana o de la familia en general que inundan la serie “Cinco hermanos”. Sirva esta serie y el estupendo post de mi compañera de redacción como punto de partida y contrapunto a la visión ofrecida por el inquieto director Jonathan Demme (“El silencio de los corderos”, “Algo salvaje” o “Philadelphia”) en su nuevo film, “La boda de Rachel”, uno de los más lúcidos y sinceros análisis que podemos encontrar en ese subgénero que podríamos, cínicamente, denominar “ el maravilloso microcosmos de la familia”.
Demme, echándose la camera al hombro se introduce en las celebraciones de la familia Buchnan, en el largo fin de semana en el que va a contraer matrimonio la hija mayor, Rachel. El director con ayuda de un estupendo guión de Jenny Lumet (hija de Sidney, director de la reciente “Antes que el diablo sepas...”) disecciona las miserias y virtudes de una familia, dejando al aire sus cuentas pendientes con la precisión de un cirujano, navegando entre la comedia y el drama, y siempre con un enorme respeto por cada uno de los personajes que asoman ante la cámara, y con una sensibilidad, y ausencia de sensiblería digna de admiración.
Utilizando al personaje de Kim como catalizador y centro de todos los conflictos, la hija pequeña en proceso de rehabilitación de sus múltiples adicciones, con pasado y presente trágico, aferrada a un cigarrillo como última tabla de salvación, interpretada admirablemente por Anne Hathaway, la película cuenta con un reparto coral alrededor de ella en la que destaca Rachel, la hermana permanentemente desatendida a la que da vida Rosemarie Hewitt, un padre superado por la tristeza y por una ausencia pesada como una losa interpretado por Bill Irwin y una madre ausente e incapaz de amar, con una recuperada Debra Winger que comparte con Hathaway una de las escenas con una carga dramática más intensa que recordamos.
No satisfecho con emocionarnos y con contar una gran historia, el director con cámara en mano pone en ridículo el feísmo y lo cochambroso del movimiento Dogma y demuestra que la sencillez y la belleza no están reñidos, mediante los preciosos colores que inundan la boda y los preparativos de la misma, que tiene un ceremonial tan rico y calido que el espectador desea participar del mismo, y en verdad que gracias a los autores de la cinta, lo hacemos, nos involucramos y comprendemos a todos y cada uno de los personajes. El film acaba siendo todo un banquete, un festín de buen cine, de buena música, de encanto y de optimismo a pesar de los pesares.
Curiosidad: El papel de prometido de Rachel está interpretado, y muy bien por cierto, por el cantante del grupo TV on the Radio, Tunde Adebimpe.
Demme, echándose la camera al hombro se introduce en las celebraciones de la familia Buchnan, en el largo fin de semana en el que va a contraer matrimonio la hija mayor, Rachel. El director con ayuda de un estupendo guión de Jenny Lumet (hija de Sidney, director de la reciente “Antes que el diablo sepas...”) disecciona las miserias y virtudes de una familia, dejando al aire sus cuentas pendientes con la precisión de un cirujano, navegando entre la comedia y el drama, y siempre con un enorme respeto por cada uno de los personajes que asoman ante la cámara, y con una sensibilidad, y ausencia de sensiblería digna de admiración.
Utilizando al personaje de Kim como catalizador y centro de todos los conflictos, la hija pequeña en proceso de rehabilitación de sus múltiples adicciones, con pasado y presente trágico, aferrada a un cigarrillo como última tabla de salvación, interpretada admirablemente por Anne Hathaway, la película cuenta con un reparto coral alrededor de ella en la que destaca Rachel, la hermana permanentemente desatendida a la que da vida Rosemarie Hewitt, un padre superado por la tristeza y por una ausencia pesada como una losa interpretado por Bill Irwin y una madre ausente e incapaz de amar, con una recuperada Debra Winger que comparte con Hathaway una de las escenas con una carga dramática más intensa que recordamos.
No satisfecho con emocionarnos y con contar una gran historia, el director con cámara en mano pone en ridículo el feísmo y lo cochambroso del movimiento Dogma y demuestra que la sencillez y la belleza no están reñidos, mediante los preciosos colores que inundan la boda y los preparativos de la misma, que tiene un ceremonial tan rico y calido que el espectador desea participar del mismo, y en verdad que gracias a los autores de la cinta, lo hacemos, nos involucramos y comprendemos a todos y cada uno de los personajes. El film acaba siendo todo un banquete, un festín de buen cine, de buena música, de encanto y de optimismo a pesar de los pesares.
Curiosidad: El papel de prometido de Rachel está interpretado, y muy bien por cierto, por el cantante del grupo TV on the Radio, Tunde Adebimpe.
2 comentarios:
No sabes qué ganas le tenía a esta peli desde la semana pasada que vi un trailler en le cine. Ahora desde luego se ha convertido en mi opción número uno para la tarde de mañana.
Magnífico post y gracias por el tip.
Gracias por tu recomendación, que como siempre, tendré muy en cuenta.
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