lunes, 27 de julio de 2009

SIOUXSIE AND THE BANSHEES: AT THE BBC

En cuanto a descubrimientos musicales voy hacia atrás, como los cangrejos. Con el paso del tiempo, y gracias a eso –a consecuencia del profundo aburrimiento que me causan buena parte de los cantantes y grupos que han surgido en años más o menos recientes- me he dado cuenta del origen de la intensidad y pulsión creativa que hoy en día no existen sino a través de artistas de plastilina y tejedores de copy pastes interminables (en el cine ocurre lo mismo, no me cansaré de decirlo). La etapa new wave británica, por ejemplo, fue un caldo de cultivo brutal para bandas e intérpretes posteriores. La autenticidad se convirtió en un pilar de fortaleza absoluta, incluso no buscada. Lo impostado estaba fuera de lugar en todos los aspectos. Tengo que agradecer al amigo Invierno que pusiese delante de mis narices, no hace demasiado, a una de las cantantes más influyentes emergidas de esa pérfida Albión que tantos buenos ratos nos hace pasar pegados a la cadena musical. Se trata de Siouxsie, una de las cabezas visibles de aquellos años de viento fresco. Y aún sabiendo la buena labor de su banda, para mí es ella y sólo ella. The Banshees es como su apodo, una alargada e impoluta cola de vestido de novia, o una cazadora de cuero que todos envidian.

Los últimos años se están remasterizando todos los discos del grupo: este 2009 les ha tocado el turno a sus álbumes “Hyaena” (1984) y “Tinderbox” (1986), a los que se ha añadido algún tema inédito o remezcla adicional. A su vez, acaba de salir al mercado “At the BBC”, una caja con tres CD’s de canciones grabadas en directo en la cadena de televisión británica, así como un DVD con varios recitales en vivo. Sin dejar de ser un producto para incondicionales, tampoco desmerece ser pasto del descubrimiento de nuevas generaciones, que tarde o temprano abandonarán a los actuales intérpretes de plástico para zambullirse en la explosión primigenia de otros tiempos, aquellos que se asemejan a un maravilloso vino de reserva.


Todos los temas de “At the BBC” han sido elegidos por Siouxsie and The Banshees, incluyendo versiones alternativas de 18 singles, y grabaciones en directo en el Teatro Apolo de Oxford en 1985 o en el mítico programa Top of the pops. Esto es como abrir la boca bajo un panal de abejas y dejar que suculentos chorros de miel caigan directos a nuestro paladar, delicias tituladas “Hong Kong garden”, “Israel”, “Cities in dust”, “Jigsaw feeling” o “Night shift”. El DVD contiene momentos de la banda en la BBC, con emisiones que abarcan desde sus inicios en 1977 hasta principios de los años 90, así como diversas entrevistas y un libro de 30 páginas en las que se incluye la apasionada introducción escrita por Siouxsie, a la que tuvimos el placer de ver el año pasado en Madrid durante unos instantes en los que nos olvidamos del calor asfixiante.

PUNTUACIÓN: 10/10
LO MEJOR
: todo.
LO PEOR: nada.
DESTACABLES: todos y cada uno de los temas incluidos: son más de 100 repartidos entre los CD's y el DVD.

jueves, 23 de julio de 2009

[DVD] THE ROOM: CINE… DEL MALO

Bajo un buen día al videoclub con ganas de ver una película de terror –género que me gusta, pero que a su vez suele ofrecer filmes bastante malos y aburridos- y me encuentro con “The Room”, de procedencia belga y rodada en 2006 por un tal Giles Daoust. Inocente de mí, leí en la sinopsis lo siguiente: “Una familia sumida en la confusión se reúne para comer juntos por última vez antes de que la hija embarazada se mude de casa. Un amigo de la familia se excusa y sube las escaleras para ir al cuarto de baño… se oye un grito desgarrador… y, no hay ni rastro de él. La única pista sobre su paradero es la repentina aparición de una espeluznante puerta al final del pasillo. La puerta está cerrada y cubierta de extrañas inscripciones. De repente, todas las puertas y ventanas de la casa quedan herméticamente cerradas… y resultan irrompibles incluso golpeándolas con fuerza. Las líneas telefónicas están cortadas… la familia está atrapada dentro”. No bien terminé de leer el texto con interés por el planteamiento de la película y sin saber la que se me venía encima, escuché al orondo encargado del videoclub a mis espaldas –que parecía llevar media tarde sin hablar con nadie-: “Qué, ¿con ganas de ver una de miedo?”. “Sí, la verdad", contesté. "¿Qué tal ésta?”, pregunté. “Bien, bien”, respondió. Mientras le daba mis datos para alquilar la película y esas cosas, comenté que hoy en día es complicado encontrarse con un buen filme de terror. “Creo que la década de los 70 aportó bastante al género”, argumenté pensando -ingenuidad la mía-que el buen señor tenía que entender de cine por obligación. “Sí, sí”, me contestó. Se hizo un silencio en el que yo esperaba que me diese títulos. “La Profecía… El Exorcista…”, proseguí tratando de darle pié a que continuase. “Sí, sí, muy buenas, muy buenas todas”, balbuceó.

Tragando saliva, percibiendo el truño que acababa de alquilar, me fui a casa. Efectivamente, “The Room” no es que sea mala, es que hace que justifiques las descargas ilegales por Internet y te sientas como el único imbécil que todavía es socio de un videoclub. Si llego a ver este soberano tostón en el cine, pongo una denuncia a consumo. O mejor, hubiese quemado la sala sin importarme pasar una buena temporada en la cárcel. Guión pésimo, actores patéticos, efectos de cámara que pretenden ser innovadores y de inferior calidad a los que consiguen los estudiantes de primer curso de audiovisuales… todo eso y más encierra esta basura que casi me jodió la noche y las expectativas de que los directores se tomen en serio un género denostado en detrimento de otros productos escatológicos. Al devolver la película y verme la expresión, al regordete encargado del videoclub se le borró la sonrisa del rostro. “Esto no se lo recomiendo ni a mi peor enemigo”, dije con cara del que está deseando utilizar más los programas de descarga por la red. 0/10

miércoles, 22 de julio de 2009

PEDIR LA LUNA


Esta semana se ha cumplido el 40 aniversario (sí, en gesloten sabemos que es cuadragésimo, pero es por abreviar) de la llegada del hombre a la Luna y como sé que todos vosotros estáis al tanto, no quiero profundizar aquí sobre la trascendencia del acontecimiento. Simplemente me resulta curioso que se realizaran 6 viajes en 3 años, para después dejar abandonado a nuestro satélite. Es más, desde ese momento ningún ser humano ha estado alejado a más de 600km de nuestro planeta.

¿Motivos? pues, teorías sobre advertencias alienígenas aparte, algo tan prosaico como que no es rentable, al menos hoy por hoy y porque no tiene una utilidad clara. Otra cosa será cuando la robótica avance y evite nuestro desplazamiento o cuando la minería espacial sea nuestro único recurso, pero para eso queda largo tiempo.

La Luna, que fue siempre el símbolo de lo inalcanzable, hace hoy honor a su fama y más aún en tiempos de crisis. Está claro que la carrera espacial de los 60 y primeros 70 fue una machada entre potencias en toda regla y desde luego hay muchas cosas en las que invertir antes el dinero pero, puestos a invertir, tiene un punto más romántico la conquista del espacio que la carrera armamentística, por poner un ejemplo.

Probablemente esto se debe a que uno es hijo de los 70 y creció desde su más tierna infancia leyendo los libros de Petete según los cuales en el año 2000 vestiríamos de Agatha Ruiz de la Prada, comeríamos píldoras y montaríamos en coches voladores, por no hablar de series como Galáctica, la Fuga de Logan, Comando G o Star Trek que hicieron volar nuestra imaginación desde pequeños cuando hacíamos cálculos mentales para ver si había esperanza de ver con vida una base en Marte o al menos en la Luna. Kubrick y Bowie se marcaban cada uno su propia Odisea espacial y se cantaba a la vida en Marte.

Pues bien, ahora mismo los únicos que tienen planeado llegar a medio plazo a la Luna son China e India, por razones idénticas a las que llevaron a rusos y americanos a intentarlo. Igual si no se dan prisa llega antes el turismo espacial o el proyecto de llevar las cenizas de los difuntos por un módico precio a la superficie de nuestra Luna.

En fin, que entonces casi mejor dejar a Selene como está y conformarnos con contemplarla que no ir reservando vuelos low cost en cuestión de un par de años.

TASMIN ARCHER (THE BEST OF…?)

Que las grandes discográficas están quemando sus últimos cartuchos es algo cada vez más patente. De hecho, es dramáticamente desesperado. Ahora le llega el turno a la cantante británica Tasmin Archer. En 1992, llegó al número 1 de las listas del Reino Unido y otros países europeos con un gran tema, “Sleeping satellite”, de letra filosófica y cósmica que habla de alunizajes (por cierto, ¿todavía hay alguien que sigue creyendo que el hombre llegó a la luna? Otra mentira más. De hecho esta canción deja el asunto abierto a interpretaciones). La artista se presentaba como una especie de Tracy Chapman en versión más pop. Su disco de debut, “Great expectations”, no deja de tener un título paradójico porque a esta chica le pasó lo mismo que a gente como Billie Myers. Cuando cuatro años más tarde sacó al mercado su segundo trabajo, “Bloom”, no sólo pasó con mayor pena que gloria, sino que Archer se dio cuenta de que estaba siendo tratada como una mercancía de andar por casa y decidió abandonar EMI para dedicarse a la pintura y la escultura. Los premios que ganó con “Sleeping satellite” los utiliza para cascar nueces, como mucho. De este modo, pasó a engrosar la larga lista de cantantes de un único éxito y sus “grandes expectativas” en el mundo de la música se derrumbaron como el capitalismo en la actualidad.

Mientras va quebrando poco a poco –como tantas otras-, la discográfica de Tasmin Archer ha lanzado un “grandes éxitos” de la artista, en el que se incluyen temas de… ¡dos discos de estudio! (los que grabó para EMI). No quiero pensar la cara de maceta que se le habrá quedado a la cantante británica con este despropósito (mirar la foto de la portada). La artista se autoeditó un tercer disco hace tres años llamado “On” que no está demasiado mal debido sobre todo a un acertado giro electrónico. Al no grabarlo con su compañía inicial, no hay ninguna canción de este trabajo en una de las retrospectivas más pobres de la historia. La pobre Archer debe haber tirado definitivamente su Brit Award a la basura, que es donde está ahora mismo una industria musical sumida en un egoísmo prácticamente ancestral que le está pasando factura. Ya no tiene de dónde seguir robando.

PUNTUACIÓN: 3/10
LO MEJOR
: “Sleeping satellite
LO PEOR: publicar un recopilatorio de dos discos.

domingo, 19 de julio de 2009

NEIL YOUNG: ARCHIVES VOLUME I (1963-1972)

Hay muy pocos artistas que hayan alcanzado las cotas tan altas a las que ha llegado Neil Young, un mito viviente más presente en mi vida que algunos miembros de mi familia, dicho sea de paso. No bien me estaba recuperando del gustazo de escuchar su último disco, “Fork in the road” –gran road movie-, cuando por fin ha salido a la luz una retrospectiva que el cantante venía rumiando desde hace una buena pila de años. En un principio, “Archives Volume I (1963-1972)” estaba previsto que apareciese en el mercado en 2007, pero el perfeccionismo de este canadiense incombustible hizo que el proyecto se retrasase un par de años más. Se trata del testimonio sonoro más ambicioso del artista. Toda una cosecha de un hombre que a prolífico no le gana nadie. Esta primera entrega lleva a cabo un exhaustivo repaso a través de los inicios de la carrera de Young: desde sus comienzos con The Squires y sus primigenias grabaciones en solitario pasando por la banda Buffalo Springfield hasta la edición de su brutal álbum de estudio “Harvest” (1972).

La caja contiene 10 discos Blue Ray de alta definición, más de 120 canciones -43 de ellas son inéditas- y 3 conciertos completos. Además hay un libro y el primer largometraje dirigido por Neil Young, “Journey through the past”, estrenado en 1973. En unos tiempos en los que, bajo mi punto de vista, ya está todo el pescado vendido, no deja de ser de justicia reivindicar a estos monstruos del rock. Las nuevas generaciones lo van descubriendo poco a poco (en realidad, es lo mejor que nos pasa a los que no podemos vivir sin música).

En el caso de Neil Young lo hicieron en el reciente Primavera Sound, donde los asistentes se quedaron boquiabiertos con alguien perteneciente a la especie de los que disfruta de su oficio y para los que la fama no es más que una tontería elevada al cuadrado (de hecho, es lo único que importa a buena parte de los artistas de hoy día, por eso son tan condenadamente pésimos). Hay tanto material del que hablar en esta retrospectiva, cuyo único problema es el precio (alrededor de 300 euros, pero de momento se puede acceder a los temas en Spotify), que llenaría de sangre mi teclado. Lo mejor es darle al play e investigar. Es la segunda vez que me quito el sombrero este año con Neil Young. Seguro que no será la última.

PUNTUACIÓN: 10/10
LO MEJOR: todo
LO PEOR: el precio de la caja (aunque hay distintas modalidades de compra según se quiera más o menos material)
DESTACABLES: todas las canciones.

sábado, 18 de julio de 2009

BLUR: MANUAL PARA INCAUTOS

Existen al menos dos tipos de álbumes recopilatorios. Aquellos que reúnen los singles de un artista, sus temas más célebres y otros que agrupan temas, populares o no, escogidos normalmente por el propio grupo, considerándolos claves en su carrera. Blur banda considerada por los medios una de las puntas de lanza de aquel celebérrimo movimiento llamado britpop junto a Oasis, acaba de publicar su Grandes éxitos del segundo tipo, lo que podríamos llamar su Grandes éxitos de arte y ensayo.

El primer inconveniente de este disco es la existencia de “Best of Blur”, disco que vio la luz en el año 2000, y que desde Gesloten recomendamos vivamente, ya que incluye sin relleno alguno, toda la batería de temazos que Blur nos ha ofrecido a lo largo de su carrera. Este “Midlife: A beginner's guide to Blur” palidece en la comparación. Sí “Best of Blur” era un grandes éxitos clase 1, es decir que no dejaban fuera ni uno de sus canciones más celebradas, en este “Midlife” (cuya existencia resulta un completo misterio, salvo que pretenda promocionar -cómo si hiciera falta- el regreso a los escenarios de Albarn, Coxon y compañía) echamos en falta buena parte de sus éxitos, además de algunas de las mejores canciones de su carrera: ¿Dónde están “Charmless man”, "To the end", “There’s no other way” o “Country house”? Lo peor no obstante no son estas dramáticas ausencias, si no las presencias innecesarias que sustituyen a aquellas: “Bugman”, “He thought of cars”, “Out of time”, “Trimm trabb”, “Strange news from another star”, o “Battery in your leg” invitan a la confusión y a la melancolía ante aquellas omisiones, y nos recuerdan que, “Parklife” aparte, Blur siempre ha sido un grupo de singles. Cuidado, algunos de estos temas invitados son buenos, pero no parece que sea este el lugar más adecuado para encontrarnos con ellos. Mientras tanto, otros son abiertamente insufribles.

“Midlife: A beginner's guide to Blur" es un experimento fallido, un capricho estéril, un ejercicio de frustración continuo para el oyente, obligado a escucharlo con el mando a distancia a mano, ante la cantidad de temas desconocidos y/o mediocres que lo componen, acompañados esporádicamente de algún tema grande del grupo. Si Blur pretende ir ahora de grupo serio, cosa totalmente respetable, les hubiésemos sugerido la publicación de un CD doble, el primero con todos sus singles, y un segundo donde podrían haber incluido todas estas canciones tan interesantes, y que a Damon tanto le han ayudado a madurar y a convertirse en el gran artista que hoy es.

CALIFICACIÓN; 5/10
LO MEJOR; Un mal recopilatorio de Blur sigue teniendo gran cantidad de buenas canciones.
LO PEOR; La idea que subyace ante este tipo de discos. La de un grupo tan inseguro de sí mismo, que necesita desesperadamente mostrar al mundo que tiene mucho más material interesante del que conoce el gran público.
IMPRESCINDIBLES;Girls and boys”, “Beetlebum”, “Song 2”, “The universal”, “Coffee and TV” y “Badhead”.

TORI AMOS: ABNORMALLY ATTRACTED TO SIN

Cuando nos topamos con discos de estudio que contienen más de 13 o 14 canciones, la reacción general es la de armarse de muchas reservas. Es posible que el cantante o grupo en cuestión haya tenido una explosión de creatividad tremenda, pero si ya es complicado que se alineen planetas, estrellas y constelaciones para hacer obras de arte y que un álbum se materialice en belleza impecable con 10 o 12 temas, imaginaros si hay más. Les pasó por ejemplo a Alanis Morissette con “Supposed former infatuation junkie” (1998) y a The Cure con “Kiss me kiss me kiss me” (1987), entre muchos otros. La canadiense y la banda de Robert Smith incluyeron más de 15 canciones, y aún no siendo malos trabajos, ni mucho menos, es inevitable quedarse con la sensación de que sobran minutos. Ambos aprendieron y no lo han vuelto hacer por el momento, al menos en las ediciones habituales de sus obras, lo de las especiales es otra cosa. No ha sido así con la norteamericana Tori Amos, que parece le ha cogido el gusto a grabar LP’s infinitos. En su nuevo álbum, “Abnormally attracted to sin” presenta 17 cortes (en otros discos anteriores ha metido incluso más…). Todo un vía crucis en el que la cantante regresa a las conocidas materias y diversas fobias que suele abordar: religión, feminismo, y todas esas historietas que, al menos a mí, cada vez me aburren más.

A Tori Amos tampoco la he seguido demasiado. La mayor referencia que tengo de ella es que compartió portada y entrevista con Björk y PJ Harvey en la revista Q en 1994 y que las tres son amigas y se admiran mutuamente. Pero mientras la islandesa y la británica tienen puestos de altura entre mis artistas preferidos, la norteamericana se queda como algo etéreo y fantasmal que no termina de calar (y no por denominarla con estos adjetivos). Tiene una voz que me recuerda a la de Beth Gibbons, sin tener ese rasgo tan hiriente y atormentado como el de la vocalista de Portishead. Tori Amos está claramente influenciada por Kate Bush. Centrándonos en este “Abnormally attracted to sin”, nos tropezamos con otra carretera cuesta arriba, retorcida y llena de curvas interminables. Me imagino a la cantante presentando sus 17 canciones saliendo a un escenario mientras esconde su síndrome de personalidad múltiple. La visualizo sentada al piano y comenzando con dos temas estimables, “Give” y el primer single –que tampoco deja con la boca abierta-, “Welcome to England” y continuando, rodeada de instrumentación variadísima, con otros cortes soportables como “Strong black wine” y “Flavor”. Pero a partir del tostón “Not dying today”, a Amos se le va la cabeza. Se mete en jardines de los que no sabe bien como salir, desembocando en fuertes mareos propios del que se monta en un barco balanceado violentamente por olas terroríficas. Tan sólo alcanzan a salir leves rayos de sol entre las nubes en la canción que da título al álbum (¿por qué no ha seguido por esta línea?). Y de nuevo nos encontramos a Tori Amos naufragando, cayendo a un patio de butacas vacío, en estado de embriaguez, con el rimel corrido y reptando a una barra con la intención de ponerse otro pelotazo mientras se pregunta cómo volver a subirse al escenario para poder seguir aporreando el piano. ¿A cuál de sus "personajes" se ha quedado enganchada?

PUNTUACIÓN: 4/10
LO MEJOR
: olvidarse de este disco no lleva tanto tiempo como escucharlo.
LO PEOR: no es que le sobren canciones, es que este álbum es una opulencia innecesaria y mareante. Es una mochila llena de libros aburridos y pesados.
DESTACABLES: “Give”, “Abnormally attracted to sin”
SOPORTABLE: “Welcome to England

jueves, 16 de julio de 2009

FINK: SORT OF REVOLUTION

Bajo el pseudónimo de Fink se esconde Finian Greenhall, un británico que pasó de ser un artista de música ambient, techno y electrónica a cantautor que tiende a seguir levemente en la misma línea pero un poco más tirando al blues. Nacido en Bristol, ha publicado su tercer disco de estudio, “Sort of revolution”. En un principio, esta metamorfosis creativa no sentó demasiado bien a su pequeña base de seguidores, a los que se les quedó cara de cruasán, acostumbrados a verle sumergido en otras lides. Pero todo tiene su origen en la gran afición de Greenhall por la guitarra, y tarde o temprano, tenía que salir por algún lado. De todas formas, por mucho que lo quiera demostrar, hasta ahora tampoco es que haya despegado del todo del género que practicó sus primeros años en la escena inglesa alternativa. En su nuevo álbum nos encontramos con que el matiz común de las canciones es que todas están siempre a punto de explotar. Son de corte progresivo y repetitivo, y a su vez están acompañadas de instrumentación básica.

No entiendo mucho de tipos de música, y cada vez me cuesta más definir los estilos que a veces nombro tan alegremente –en realidad, la frontera que los separa es más estrecha de lo que se pueda pensar, eso se va descubriendo con el paso del tiempo-, pero hay momentos en los que Fink no alcanza a dar más de dos acordes a su guitarra. Parece estar en algún conservatorio perdido de Londres mientras sueña con que termine la clase para irse corriendo al bar más cercano a enseñar a sus amigos lo que ha aprendido. Claramente continuador de su anterior disco, “Distance and time” (2007), que es casi igual, “Sort of revolution” deja la impresión de que su autor quiere mezclar, un poco de lejos, su pasado más ambient con momentos de blues. No deja de ser un proyecto interesante. Fink tiene una voz algo monótona, aunque muy influenciada por el estilo soul (donde más se evidencia es en el último corte del álbum, “Walkin’ in the sun”). Tanto el tema que da título al disco como “Move on me”, “See it all” o “Maker”, son composiciones seductoras en un principio. Lo malo es hay otras canciones que no impiden soltar algún que otro bostezo (“Pigtails”) y, cuando terminan, te das cuenta de que has estado unos minutos dando vueltas a lo mismo. Y no sé en qué quedamos, si en ambient, soul, chill out o un mejunje de todo. Es un disco que no llega al notable, pero en definitiva, se deja escuchar. Sobre todo por la noche. Es un somnífero agradable y sin efectos secundarios.

PUNTUACIÓN: 6/10
LO MEJOR: escuchar el disco por la noche.
LO PEOR: la monotonía que desprende en muchos momentos.
DESTACABLES: “Sort of revolution”, “See it all”, “Move on me”, “Maker”

martes, 14 de julio de 2009

EDDI READER: LOVE IS THE WAY

Eddi Reader es una desconocida para la mayor parte de los aficionados a la música. Incluso si recordamos que fue la líder de un grupo que se disolvió a principios de los noventa: Fairground Attraction. Probablemente si escucháis el tema más famoso de la banda, “Perfect”, os daréis cuenta de que es una de las canciones más populares de finales de los años 80 y un clásico fantástico. La artista inició su carrera en solitario en 1992, y hasta entonces ha publicado varios álbumes a pesar de tener a su mayor número de fieles en el Reino Unido. Bajo el título “Love is the way” –gran verdad-, Reader firma su noveno disco de estudio fiel a su idiosincrasia y al minimalismo que fue adoptando no bien comenzó su bagaje como solista. Y todo se visualiza en su trabajo, ataviado de melodías sencillas, melancólicas y suaves.
Guitarra acústica en mano y una voz envuelta en sensaciones otoñales, Eddi nos invita a viajar a través de sentimientos y evocaciones con cierto aire rural. Por suerte, la cantante practica un romanticismo optimista y con los pies en la tierra, lejos de las ñoñerías a las que nos tienen acostumbrados otros artistas y, es bueno recordarlo, el cansino grueso del cine estadounidense. Con canciones como “Dragonflies”, “Roses”, “Silent bell” o “New York city”, la escocesa plasma en música lo que expresa un poco la portada de su disco. Reader se expresa como los pintores clásicos y enseña un bonito muestrario de temas coloreados e invadidos por un atardecer en Edimburgo o un tranquilo paseo por Inverness. Sumergirse en esta propuesta con tintes de folk y jazz sabe a café recién hecho y contribuye a construir un camino que ayude a esperar con paciencia el final de un verano que se está haciendo demasiado largo.

PUNTUACIÓN: 7/10
LO MEJOR
: el efecto agradablemente tranquilizador del álbum.
LO PEOR: el título confunde y da a entender que lo que esconde puede ser un cúmulo de canciones empalagosas y ñoñas.
DESTACABLES: “Roses”, “Dragonflies”, “Silent bell”, “New York city”, “Dandelion”, “Love is the way”, “Never going back again (Queen of Scots)”.

domingo, 12 de julio de 2009

CANCIONES PARA JULIO

No nos dió tiempo a publicar la lista del mes de junio, pero aquí está nuestra selección, bastante veraniega, para este caluroso mes de julio. En Spotify, también.

Truman von Harket

01 The sounds: Midnight sun


Gaspashá Gorkovskaya

06 Eels: Prizefighter



07 Simple minds: Rockets
08 Tori Amos: Welcome to England
09 Marilyn Manson: Arma-goddamn-motherfuckin'-geddon
10 Simple Minds: Moscow underground

jueves, 9 de julio de 2009

A POCOS METROS DE CHRISSIE HYNDE

El pasado 1 de julio tuvo lugar en Madrid uno de los muchos conciertos que han venido ofreciendo Pretenders por varias ciudades españolas. La Riviera, incluso sin pararme a pensar en ello, llegó de sobra al aforo completo. Lo mejor de un grupo como este es que sus seguidores van realmente a escuchar música. Me he hartado a hablar de Chrissie Hynde en Gesloten, y lo cierto es que es una de las pocas artistas que avasallan desde el escenario. Al hacer acto de presencia, no dejaba de oír comentarios a mi alrededor sobre su físico: “está tía no envejece”, “qué delgada está”, escuché a mis espaldas. Efectivamente, a sus 57 años sigue siendo fiel a ese flequillo que le cubre los ojos. El único rasgo de maquillaje está en ellos: una línea negra y fina que los perfila. Para todo el mundo había una leyenda viviente del rock junto al seco Manzanares que ha ejercido una influencia muy potente en cantantes posteriores. Estuve a pocos metros de una mujer que ejerce su oficio con el mismo carácter artesanal de un pintor o un escultor. En este caso, no hace falta cirugía estética ni abalorios. Hynde no oculta su par de arrugas ni alguna que otra cana.
La banda comenzó con “Boots of chinese plastic”, de su último disco, “Break up the concrete”, que a pesar de haber salido al mercado en otoño del año pasado en muchos países, a España ha llegado hace escasas semanas (acompañado de otro CD de grandes éxitos). Tras este arranque, esas canciones escritas y compuestas en su mayoría por Chrissie Hynde -en la que desfilaron clásicos como “Don’t get me wrong”, “Back on the chaing gang”, “Middle of the road”, “Brass in pocket”, “Kid” o “I’ll stand by you”- brotaron muy decentemente bajo el pésimo sonido de La Riviera como pequeños tragos del mejor vino de reserva. Asistir a un concierto de Pretenders resulta curioso sólo por el hecho de ver a la cantante norteamericana dirigir con mano de hierro a músicos, iluminadores y técnicos de sonido. Una sola mirada de Hynde es suficiente para que cambien de tercio o solucionen algo a la voz de “¡Ar!”. Paró tres veces el tema “Forever young” porque no consideró haber empezado con buen pié (no creo que ninguno de los que estábamos allí distingamos un “fa” de un “do”, pero tanta humildad se solucionó con muchos aplausos y varios “no pasa nada”).
La artista estuvo divertida –más comedida en su consabido animalismo, esta vez no colgó un cartel con un “No a las corridas de toros” como hizo en la desaparecida sala Aqualung en 2003-, con esa voz de contralto tan brutal y un saber hacer sorprendente con las guitarras eléctrica y acústica, la armónica e incluso las maracas. Energía para tapar la boca a un regimiento de soldados (y por supuesto, mención especial a sus acompañantes, entre ellos su inseparable batería Martin Chambers, quien se ve siempre obligado a reponer todos los palos porque le salen disparados por el aire a causa del brío con el que toca). Los temas de su nuevo disco sonaron tan brillantes como el resto, porque canciones como “Love’s a mistery”, “Break up the concrete” o “Rosalee” envejecerán tan bien como éxitos anteriores. Por otro lado, también será difícil olvidar la cara de apuro de uno de los técnicos, que se encargaba de dar las guitarras a Chrissie entre otras actividades, cuando la cantante tiró sin querer el micrófono. El pobre atravesó el escenario para levantarlo sorteando a los músicos, temiendo que las patadas que da a veces en el aire la artista fuesen a parar a su boca. Por suerte para él, el rostro de Hynde reflejó una sonrisa que decía "tranquilo... pero coloca el micro YA...".

miércoles, 8 de julio de 2009

TERCER DISCO DE BILLIE MYERS

En 1997, la británica Billie Myers debutó en el panorama musical con un tema conmovedor y desesperado titulado “Kiss the rain”, en el que la cantante retrataba con gran realismo lo que se siente ante el amor no correspondido. En el vídeo, la artista aparece encerrada en una habitación de cualquier apartamento, ajena al caos londinense, mientras se consume pensando en el amante que la ignora y es infiel. De paso, destrozaba la estancia presa del abatimiento.

El resto de “Growing, pains”, que así se llama su primer trabajo, contenía algunas canciones también estimables -de estilo pop folk algo indefinido y bajo una voz bastante personal- como “A few words too many”, “You send me flying” o “Tell me”, que fue segundo single. Pero ningún tema poseía el destello de “Kiss the rain”. Tres años más tarde, Billie publicó su segundo disco, “Vertigo”, aunque pasó con más pena que gloria y además la cantante rompió su contrato con Universal. Myers no pudo tolerar la manipulación de una industria discográfica que no parecía confiar demasiado en ella, lo que le hizo pasar a ser artista de un solo éxito. Desde hace un tiempo se ha estado especulando sobre la probable publicación de un tercer álbum, tras 9 años de silencio únicamente interrumpido por un single llamado “Just sex”, incluido en el recopilatorio “Star Struck”. La misma cantante lo anunció en su web con el nombre provisional de “Slightly bitter”, aunque al final se llamará “Tea & Simpathy” y en un principio verá la luz el próximo mes de agosto.

A la espera de comprobar si la buena de Billie Myers relanza su carrera o continúa relegada a que emisoras como Kiss FM pinchen “Kiss the rain” casi todos los días, volvemos a recordar una de las canciones de las que nunca me he cansado. El vídeo, la música y la letra de este tema continúan vigentes y arrebatadores.



Billie Myers -
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miércoles, 1 de julio de 2009

MICHAEL ENTRE BUITRES

Pasada la primera tormenta informativa que rodea la muerte de Michael Jackson, creo que llega el momento de dar por sentados algunos puntos. Nunca he seguido demasiado la música de este cantante, sin duda uno de los mayores iconos de los 80 y probablemente uno de los últimos artistas de fama planetaria. Pero ha sido inevitable crecer con sus canciones, en mi caso, por culpa de una de mis hermanas. Tenía todos sus discos y en definitiva no supe bien lo talifán que era hasta la actualidad. Sacando ese humor negro que hace que mi agenda social se reduzca cada día más, cuando me enteré del fallecimiento de Jackson, la llamé para “darle el pésame”. Cuando descolgó el teléfono, en lugar de oír un “¿quién es?” escuché “Billie Jean” sonando al otro lado del auricular. “¿Hola, estás ahí?”, pregunté. “Sí”, contestó mi hermana con una sequedad aplastante. Conteniendo una carcajada por la situación, comenté que lo sentía mucho y que si iba a cogerse un avión a Los Ángeles. Casi me cuelga. No quiero imaginarme lo que hubiese pasado si se lo hubiese dicho en persona.

Cuando muere un artista –y más de fama universal, como Michael Jackson- mucha gente dice que les da pena a pesar de no escuchar su música y sus seguidores lloran hasta extremos inexplicables. Argumentan, como lo hizo mi hermana, que a pesar de no conocer a su ídolo en persona, a fin de cuentas era parte de su vida. Sé reconocer su tremenda influencia y no dejan de gustarme muchos de sus temas. Pero en mi opinión, más que sentir esa pérdida, a lo que en realidad se enfrentan es a la misma realidad de la muerte. Y este es un camino, una cara de una misma moneda o como lo queramos llamar, hacia el que todos vamos encaminados. No podemos obviarlo y hay que tomarlo con naturalidad y sin miedo. La muerte es democracia en estado puro, y no lo que nos intentan vender los partidos políticos. La vida no lo es en muchos aspectos, y la culpa la tenemos nosotros.

A ello se suma la necesidad del ser humano por tener dioses. Al no encontrar ninguno en el cielo y dejar de creer la estupidez maligna de las religiones -hacia las que no siento nada por todo el daño que hacen-, los creamos en la Tierra. De carne y hueso, como todos nosotros. Practican la escatología a diario en el baño, como todos nosotros. La prensa manipuladora se ceba y mitifica la figura de Jackson como ya ha ocurrido con tantos y tantos artistas que han quedado en el imaginario colectivo a fuerza de leyendas. Unas puede que sean ciertas, otras no, pero el cadáver es un negocio demasiado tentador como para no hacer caja. Se sigue haciendo con Marilyn Monroe, John Lennon, Elvis Presley, Jim Morrison, Kurt Cobain, Jimmy Hendrix o Janis Joplin. Muchos están deseando que Amy Winehouse se reúna con ellos. Suicidios, asesinatos, sobredosis o depresiones vitales… nada del otro barrio y que no vivamos nosotros. En la Cañada Real de Madrid, por ejemplo, ocurre a diario, pero son anónimos. Michael Jackson estaba como una regadera y esto no se puede negar. Eso sí, hay motivos: tenía el síndrome de Peter Pan –terror a envejecer-, destrozó su físico y su salud a fuerza de la medicación que tan suculentos beneficios ofrece a las farmacéuticas –les salió mal lo de la gripe aviar y las vacas locas y ahora nos venden la gripe cerda- y la cirugía estética. Además tuvo una infancia asquerosa, currando como un burro desde los 4 años, con ese padre seboso y una piara de hermanos que, salvo en el caso de Janet, han vivido a su costa en mayor o menor medida. Pero ahora los buitres –incluido el desheredado papá Jackson- sobrevuelan su cadáver, y lo seguirán haciendo hasta comerse todos sus huesos. Todos ganarán dinero y tan contentos; otros seguirán llorando sin pensar en su propia vida (lo de mi hermana no es tan exagerado, menos mal). Una locura. Menudo baile de máscaras: las mismas que ponía Michael Jackson a sus hijos para protegerlos de la prensa.