Cuando nos topamos con discos de estudio que contienen más de 13 o 14 canciones, la reacción general es la de armarse de muchas reservas. Es posible que el cantante o grupo en cuestión haya tenido una explosión de creatividad tremenda, pero si ya es complicado que se alineen planetas, estrellas y constelaciones para hacer obras de arte y que un álbum se materialice en belleza impecable con 10 o 12 temas, imaginaros si hay más. Les pasó por ejemplo a Alanis Morissette con “Supposed former infatuation junkie” (1998) y a The Cure con “Kiss me kiss me kiss me” (1987), entre muchos otros. La canadiense y la banda de Robert Smith incluyeron más de 15 canciones, y aún no siendo malos trabajos, ni mucho menos, es inevitable quedarse con la sensación de que sobran minutos. Ambos aprendieron y no lo han vuelto hacer por el momento, al menos en las ediciones habituales de sus obras, lo de las especiales es otra cosa. No ha sido así con la norteamericana Tori Amos, que parece le ha cogido el gusto a grabar LP’s infinitos. En su nuevo álbum, “Abnormally attracted to sin” presenta 17 cortes (en otros discos anteriores ha metido incluso más…). Todo un vía crucis en el que la cantante regresa a las conocidas materias y diversas fobias que suele abordar: religión, feminismo, y todas esas historietas que, al menos a mí, cada vez me aburren más.
A Tori Amos tampoco la he seguido demasiado. La mayor referencia que tengo de ella es que compartió portada y entrevista con Björk y PJ Harvey en la revista Q en 1994 y que las tres son amigas y se admiran mutuamente. Pero mientras la islandesa y la británica tienen puestos de altura entre mis artistas preferidos, la norteamericana se queda como algo etéreo y fantasmal que no termina de calar (y no por denominarla con estos adjetivos). Tiene una voz que me recuerda a la de Beth Gibbons, sin tener ese rasgo tan hiriente y atormentado como el de la vocalista de Portishead. Tori Amos está claramente influenciada por Kate Bush. Centrándonos en este “Abnormally attracted to sin”, nos tropezamos con otra carretera cuesta arriba, retorcida y llena de curvas interminables. Me imagino a la cantante presentando sus 17 canciones saliendo a un escenario mientras esconde su síndrome de personalidad múltiple. La visualizo sentada al piano y comenzando con dos temas estimables, “Give” y el primer single –que tampoco deja con la boca abierta-, “Welcome to England” y continuando, rodeada de instrumentación variadísima, con otros cortes soportables como “Strong black wine” y “Flavor”. Pero a partir del tostón “Not dying today”, a Amos se le va la cabeza. Se mete en jardines de los que no sabe bien como salir, desembocando en fuertes mareos propios del que se monta en un barco balanceado violentamente por olas terroríficas. Tan sólo alcanzan a salir leves rayos de sol entre las nubes en la canción que da título al álbum (¿por qué no ha seguido por esta línea?). Y de nuevo nos encontramos a Tori Amos naufragando, cayendo a un patio de butacas vacío, en estado de embriaguez, con el rimel corrido y reptando a una barra con la intención de ponerse otro pelotazo mientras se pregunta cómo volver a subirse al escenario para poder seguir aporreando el piano. ¿A cuál de sus "personajes" se ha quedado enganchada?
PUNTUACIÓN: 4/10
LO MEJOR: olvidarse de este disco no lleva tanto tiempo como escucharlo.
LO PEOR: no es que le sobren canciones, es que este álbum es una opulencia innecesaria y mareante. Es una mochila llena de libros aburridos y pesados.
DESTACABLES: “Give”, “Abnormally attracted to sin”
SOPORTABLE: “Welcome to England”
1 comentario:
el nombre de tori amos, junto con fiona apple y kate bush se repiten en muchas partes, pero me da pereza ponerme con ellas.
a kate bush le he empezado a coger el punto ahora, pero creo que a tori amos, después de lo que escribes, le daré más plazo...
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