Con una buena cosecha de premios en su haber, y ocho candidaturas a los Oscar se estrenó hace algunas semanas “Milk”, film dirigido por el irregular director norteamericano Gus Van Sant (“Mi Idaho privado”, "El indomable Will Hunting” o “Elephant”), que ha reunido un excelente reparto encabezado por Sean Penn, James Franco, Emile Hirsch, Josh Brolin y Diego Luna entre otros.
La película es un biopic sobre Harvey Milk, primer hombre abiertamente gay que accedió a un cargo público en EE.UU en la década de los 70 y un activista de los derechos de los homosexuales convertido en un mártir de la causa, tras ser asesinado por un contendiente político en 1978. Milk, también conocido como “el Alcalde de la calle Castro” barrio de San Francisco desde donde fraguó su carrera política, se ha convertido de esta forma en una figura de enorme relevancia para el colectivo homosexual en EE.UU, debido a su determinación en pos del reconocimiento de la igualdad del colectivo.
Pero Gus Van Sant nos ofrece una visión carente de cualquier crítica hacia el personaje. Desde el principio no nos oculta que se encuentra entregado a su causa. Narrada por el propio Milk, Van Sant nos lo presenta poco menos que reencarnado en un mesías de la causa pro-gay, y apenas nos deja atisbar alguna arista en su personalidad, alguna contradicción o incorrección en los métodos ultilizados para alcanzar sus objetivos. El director utiliza un tono documental por un lado, apoyándose en imágenes de archivo de la época, con una inmediatez a la hora de rodar que recuerda al Van Sant underground de sus comienzos (“Mi Idaho privado” o “Drugstore cowboy”), pero como si temiera resultar demasiado indigesto, lo combina con un tono más cercano al cine artesanal e impersonal de cierto Hollywood que también ha visitado en obras como “El indomable Will Hunting” o “Buscando a Forrester”.
Estamos entonces ante un film fácil de digerir para el gran público, muy académico, con ritmo, pero sin autentico genio, ni emociones autenticas en su interior. Una película con una ambientación parca pero eficaz, y que tiene como handicap un guión un tanto apresurado, de forma que apenas dibuja bocetos endebles de personajes clave cuyos actos no terminamos de comprender, como los que interpretan Josh Brolin o Diego Luna. En cambio es reseñable los buenos trabajos de actores como James Franco o Emile Hirsch, también apoyándose en personajes más agradecidos, todo sea dicho. Mención aparte se merece Sean Penn, protagonista absoluto apareciendo en el 99% de los planos de la película. Su interpretación va más allá de la recreación más o menos inspirada del personaje. Penn ES el personaje, y en un ejercicio de técnica interpretativa brutal nos convence sin esfuerzo de que estamos ante un resucitado Milk, con idéntica gestualidad, con su mismo entusiasmo arrollador y su energía contagiosa. Si el resto hubiese estado a su altura, estariamos hablando de una película imprescindible.
La película es un biopic sobre Harvey Milk, primer hombre abiertamente gay que accedió a un cargo público en EE.UU en la década de los 70 y un activista de los derechos de los homosexuales convertido en un mártir de la causa, tras ser asesinado por un contendiente político en 1978. Milk, también conocido como “el Alcalde de la calle Castro” barrio de San Francisco desde donde fraguó su carrera política, se ha convertido de esta forma en una figura de enorme relevancia para el colectivo homosexual en EE.UU, debido a su determinación en pos del reconocimiento de la igualdad del colectivo.
Pero Gus Van Sant nos ofrece una visión carente de cualquier crítica hacia el personaje. Desde el principio no nos oculta que se encuentra entregado a su causa. Narrada por el propio Milk, Van Sant nos lo presenta poco menos que reencarnado en un mesías de la causa pro-gay, y apenas nos deja atisbar alguna arista en su personalidad, alguna contradicción o incorrección en los métodos ultilizados para alcanzar sus objetivos. El director utiliza un tono documental por un lado, apoyándose en imágenes de archivo de la época, con una inmediatez a la hora de rodar que recuerda al Van Sant underground de sus comienzos (“Mi Idaho privado” o “Drugstore cowboy”), pero como si temiera resultar demasiado indigesto, lo combina con un tono más cercano al cine artesanal e impersonal de cierto Hollywood que también ha visitado en obras como “El indomable Will Hunting” o “Buscando a Forrester”.
Estamos entonces ante un film fácil de digerir para el gran público, muy académico, con ritmo, pero sin autentico genio, ni emociones autenticas en su interior. Una película con una ambientación parca pero eficaz, y que tiene como handicap un guión un tanto apresurado, de forma que apenas dibuja bocetos endebles de personajes clave cuyos actos no terminamos de comprender, como los que interpretan Josh Brolin o Diego Luna. En cambio es reseñable los buenos trabajos de actores como James Franco o Emile Hirsch, también apoyándose en personajes más agradecidos, todo sea dicho. Mención aparte se merece Sean Penn, protagonista absoluto apareciendo en el 99% de los planos de la película. Su interpretación va más allá de la recreación más o menos inspirada del personaje. Penn ES el personaje, y en un ejercicio de técnica interpretativa brutal nos convence sin esfuerzo de que estamos ante un resucitado Milk, con idéntica gestualidad, con su mismo entusiasmo arrollador y su energía contagiosa. Si el resto hubiese estado a su altura, estariamos hablando de una película imprescindible.
3 comentarios:
Desde luego que la actuación de Penn es de largo lo mejor de la pelicula,y Diego Luna...bueno todavia no se que pinta en la pelicula, pero uno tiene que soportarlo...y si faltan mas trapos sucios XDDD que poco mas parece que lo esten proponiendo para convertirlo en santo.XD
Gus Van Sant logra hacer una pelicula de lo mas amena, que grita por todas partes "darme un monton de premios".
Aun asi y como con muchas peliculas actuales, para mi, le sobra metraje.
Sean Penn es muy buen actor, para mí el más directo heredero de Jack Nicholson.
No coincido contigo Gaspasha. Nicholson es siempre Jack, independientemente del papel que interprete su personalidad arrolladora y fascinante eclipsa al personaje. En cambio Penn es casi siempre, y cuando está inspirado por supuesto, el papel que interpreta, se introduce en el personaje y nos olvidamos que lo vemos a el. ¿Que es más meritorio? No lo sé, pero prefiero a Jack Nicholson.
Coincido con Crow. Es más, siempre pensé que Diego Luna es un actor muy flojo, pero su aparición en "Milk" con un personaje que además no hay por donde coger, y sobre todo, su nominación a los Goya, confirman que es bastante malo.
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