El pasado 1 de julio tuvo lugar en Madrid uno de los muchos conciertos que han venido ofreciendo Pretenders por varias ciudades españolas. La Riviera, incluso sin pararme a pensar en ello, llegó de sobra al aforo completo. Lo mejor de un grupo como este es que sus seguidores van realmente a escuchar música. Me he hartado a hablar de Chrissie Hynde en Gesloten, y lo cierto es que es una de las pocas artistas que avasallan desde el escenario. Al hacer acto de presencia, no dejaba de oír comentarios a mi alrededor sobre su físico: “está tía no envejece”, “qué delgada está”, escuché a mis espaldas. Efectivamente, a sus 57 años sigue siendo fiel a ese flequillo que le cubre los ojos. El único rasgo de maquillaje está en ellos: una línea negra y fina que los perfila. Para todo el mundo había una leyenda viviente del rock junto al seco Manzanares que ha ejercido una influencia muy potente en cantantes posteriores. Estuve a pocos metros de una mujer que ejerce su oficio con el mismo carácter artesanal de un pintor o un escultor. En este caso, no hace falta cirugía estética ni abalorios. Hynde no oculta su par de arrugas ni alguna que otra cana.
La banda comenzó con “Boots of chinese plastic”, de su último disco, “Break up the concrete”, que a pesar de haber salido al mercado en otoño del año pasado en muchos países, a España ha llegado hace escasas semanas (acompañado de otro CD de grandes éxitos). Tras este arranque, esas canciones escritas y compuestas en su mayoría por Chrissie Hynde -en la que desfilaron clásicos como “Don’t get me wrong”, “Back on the chaing gang”, “Middle of the road”, “Brass in pocket”, “Kid” o “I’ll stand by you”- brotaron muy decentemente bajo el pésimo sonido de La Riviera como pequeños tragos del mejor vino de reserva. Asistir a un concierto de Pretenders resulta curioso sólo por el hecho de ver a la cantante norteamericana dirigir con mano de hierro a músicos, iluminadores y técnicos de sonido. Una sola mirada de Hynde es suficiente para que cambien de tercio o solucionen algo a la voz de “¡Ar!”. Paró tres veces el tema “Forever young” porque no consideró haber empezado con buen pié (no creo que ninguno de los que estábamos allí distingamos un “fa” de un “do”, pero tanta humildad se solucionó con muchos aplausos y varios “no pasa nada”).
La artista estuvo divertida –más comedida en su consabido animalismo, esta vez no colgó un cartel con un “No a las corridas de toros” como hizo en la desaparecida sala Aqualung en 2003-, con esa voz de contralto tan brutal y un saber hacer sorprendente con las guitarras eléctrica y acústica, la armónica e incluso las maracas. Energía para tapar la boca a un regimiento de soldados (y por supuesto, mención especial a sus acompañantes, entre ellos su inseparable batería Martin Chambers, quien se ve siempre obligado a reponer todos los palos porque le salen disparados por el aire a causa del brío con el que toca). Los temas de su nuevo disco sonaron tan brillantes como el resto, porque canciones como “Love’s a mistery”, “Break up the concrete” o “Rosalee” envejecerán tan bien como éxitos anteriores. Por otro lado, también será difícil olvidar la cara de apuro de uno de los técnicos, que se encargaba de dar las guitarras a Chrissie entre otras actividades, cuando la cantante tiró sin querer el micrófono. El pobre atravesó el escenario para levantarlo sorteando a los músicos, temiendo que las patadas que da a veces en el aire la artista fuesen a parar a su boca. Por suerte para él, el rostro de Hynde reflejó una sonrisa que decía "tranquilo... pero coloca el micro YA...".
La banda comenzó con “Boots of chinese plastic”, de su último disco, “Break up the concrete”, que a pesar de haber salido al mercado en otoño del año pasado en muchos países, a España ha llegado hace escasas semanas (acompañado de otro CD de grandes éxitos). Tras este arranque, esas canciones escritas y compuestas en su mayoría por Chrissie Hynde -en la que desfilaron clásicos como “Don’t get me wrong”, “Back on the chaing gang”, “Middle of the road”, “Brass in pocket”, “Kid” o “I’ll stand by you”- brotaron muy decentemente bajo el pésimo sonido de La Riviera como pequeños tragos del mejor vino de reserva. Asistir a un concierto de Pretenders resulta curioso sólo por el hecho de ver a la cantante norteamericana dirigir con mano de hierro a músicos, iluminadores y técnicos de sonido. Una sola mirada de Hynde es suficiente para que cambien de tercio o solucionen algo a la voz de “¡Ar!”. Paró tres veces el tema “Forever young” porque no consideró haber empezado con buen pié (no creo que ninguno de los que estábamos allí distingamos un “fa” de un “do”, pero tanta humildad se solucionó con muchos aplausos y varios “no pasa nada”).
La artista estuvo divertida –más comedida en su consabido animalismo, esta vez no colgó un cartel con un “No a las corridas de toros” como hizo en la desaparecida sala Aqualung en 2003-, con esa voz de contralto tan brutal y un saber hacer sorprendente con las guitarras eléctrica y acústica, la armónica e incluso las maracas. Energía para tapar la boca a un regimiento de soldados (y por supuesto, mención especial a sus acompañantes, entre ellos su inseparable batería Martin Chambers, quien se ve siempre obligado a reponer todos los palos porque le salen disparados por el aire a causa del brío con el que toca). Los temas de su nuevo disco sonaron tan brillantes como el resto, porque canciones como “Love’s a mistery”, “Break up the concrete” o “Rosalee” envejecerán tan bien como éxitos anteriores. Por otro lado, también será difícil olvidar la cara de apuro de uno de los técnicos, que se encargaba de dar las guitarras a Chrissie entre otras actividades, cuando la cantante tiró sin querer el micrófono. El pobre atravesó el escenario para levantarlo sorteando a los músicos, temiendo que las patadas que da a veces en el aire la artista fuesen a parar a su boca. Por suerte para él, el rostro de Hynde reflejó una sonrisa que decía "tranquilo... pero coloca el micro YA...".
2 comentarios:
Me encanta que seas tan fiel a tus artistas.. es bonito ir creciendo -y en este caso, ya envejeciendo un poco- con ellos.
Les perdí la pista hace mucho, por lo que cuentas la veo de la raza de Patti Smith, a quien vi hace no mucho en Lisboa, y me impresionó profundamente.
Gracias, soy fiel en todo, en el caso de los artistas, sin ser mitómano, reconozco que tener siempre a mano su legado es bonito. Por otro lado tienes razón, Chrissie Hynde es de la raza de Patti Smith, Siouxsie, etc.
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