Buena parte de la redacción de Gesloten se ha entregado durante los últimos meses con fervor juvenil ante “Damages”, tal vez la octava maravilla de las series de televisión norteamericanas. Mientras dejamos para las clases bajas y los parias sociales “Acusados”, nosotros analizamos algunos elementos interesantes de su segunda temporada, disponible para su descarga en múltiples sitios de la red. “Damages” sigue siendo hipnótica, fascinante y se contempla con voracidad, admiración y en muy pocos días. Sin embargo hay algunos contratiempos que le restan algún punto con respecto a la primera temporada. Y también alguna aportación y novedad digna de mención.
-En esta segunda temporada nos encontramos con demasiados personajes. Esto trae consigo a su vez varios inconvenientes. El principal es que la trama se vuelve un tanto liosa y difícil de seguir. Si la primera temporada era de una sencillez admirable, la lucha sobre un cuadrilátero de dos personajes, siendo el resto de acontecimientos daños colaterales consecuencia de esa batalla, aquí la línea argumental tiene muchas bifurcaciones. Esto complica el seguimiento de la acción, dejándonos en ocasiones la sensación de estar perdidos en una maraña argumental y de nombres de personajes de una complejidad que en realidad no es tal.
Otra consecuencia negativa es la participación en esta temporada de Ted Danson. Los guionistas no saben que hacer con su maravilloso personaje. Aparece y desaparece de la acción sin ton ni son, parece que tendrá protagonismo, y un capítulo después no sabemos nada de él. Su aparición en esta segunda temporada, ejerciendo como mero comparsa, resulta innecesaria ya que supone ningunear a uno de los personajes más intensos y complejos de la historia reciente de la televisión.
-Glenn Close es una Diosa de la interpretación, y ha nacido para dar vida a Patty Hewes. Y Patty Hewes ha sido creada de la nada del papel en blanco con el único objeto de tomar vida bajo los rasgos de Close. La recordaremos siempre por este papel. Luego nos acordaremos de “Las amistades peligrosas” o de “Atracción fatal”, pero su maquiavélica abogada de “Damages” marca una antes y después en su carrera, una línea marcada en la arena para separar lo notable, de lo inolvidable. Ambas, Close y Hewes se retroalimentan para deleite de los espectadores, que presenciamos un espectáculo escénico único.
-Nos sigue sobrando Rose Byrne y su marisabidilla Ellen. Mientras presenciamos esta segunda temporada, los deseos del espectador de que Close la despedace de una santa vez se convierten en insoportables por momentos. No sé a ciencia cierta si es un problema de actriz o de personaje. Supongo que una combinación letal de ambos. Ellen Parsons tiene un carácter insufrible, de sabelotodo inaguantable, y la sosa gestualidad de Byrne, junto a su frialdad distante no ayudan a defenderlo. El suyo es un personaje que en condiciones normales ya habría hundido una serie, pero estamos ante “Damages”, no ante cualquier serie.
-William Hurt y Marcia Gay Harden siempre son bienvenidos. Los dos grandes fichajes estrella llegados directamente de Hollywood para la nueva temporada no decepcionan: Hurt dota de una enorme cantidad de matices y de una gran profundidad emocional a su personaje. Sus miradas de hombre derrotado, buscando una redención que es consciente nunca conseguirá son difíciles de olvidar. Gay Harden vuelve a ser sibilina, compleja y sus movimientos desprenden suavidad, una elegancia felina. Su método interpretativo, que consiste en parecer un poco ausente, como si estuviese flotando por encima de la realidad que intenta representar, sobre sus escenas, resulta fascinante
-“Damages” es, naturalmente, una ficción deliciosamente efectista. Sin embargo en esta segunda temporada nos da la impresión de que los guionistas cruzan demasiadas líneas y exigen al espectador que suspendan la realidad demasiado a menudo. Algunos golpes de guión son en exceso efectistas y lo que es peor, poco coherentes y parecen diseñados con el único fin de provocar la sorpresa en un el espectador o proporcionar mayor gloria dramática a Glenn Close. Ahí esta esa escena en el juzgado, cuando una Patty rabiosa y humillada hasta el límite de lo soportable abandona el escenario. Es asombroso ver a Close evolucionar ante la secuencia de acontecimientos dramáticos que la forman, y desde luego es un deleite, pero por otro lado no es creíble dentro de la acción, me refiero a todos esos acontecimientos que la llevan a ese punto.
-Por la misma regla de tres el desenlace resulta más que sorprendente, enrevesado hasta el paroxismo, en un intento desesperado de tomar por sorpresa a un espectador descreído, ya aleccionado por la primera temporada en lo referente a giros tramposos. Aquí no hay un giro final, es que todo el final es un torbellino que se revuelve con violencia contra sí mismo una y otra vez, dejándonos en un estado entre el shock, la confusión, y la media sonrisa irónica ante la exageración de la propuesta, una gran broma de escritores que esperan contar con la complicidad del espectador. Vamos, que sería inútil tratar de reconstruir mentalmente el puzzle que es el desenlace en si mismo, y debemos entenderlo dentro del todo vale, que por otro lado es la imprescindible premisa que vértebra ese dramáticamente hablando complejo mamotreto arquitectónico llamado “Damages”.
En resumen. “Damages” no es “El Padrino” ni “Batman”. Su continuación no mejora el original, pero sigue siendo un espectáculo televisivo único, y la recomendamos sin reserva alguna.
-En esta segunda temporada nos encontramos con demasiados personajes. Esto trae consigo a su vez varios inconvenientes. El principal es que la trama se vuelve un tanto liosa y difícil de seguir. Si la primera temporada era de una sencillez admirable, la lucha sobre un cuadrilátero de dos personajes, siendo el resto de acontecimientos daños colaterales consecuencia de esa batalla, aquí la línea argumental tiene muchas bifurcaciones. Esto complica el seguimiento de la acción, dejándonos en ocasiones la sensación de estar perdidos en una maraña argumental y de nombres de personajes de una complejidad que en realidad no es tal.
Otra consecuencia negativa es la participación en esta temporada de Ted Danson. Los guionistas no saben que hacer con su maravilloso personaje. Aparece y desaparece de la acción sin ton ni son, parece que tendrá protagonismo, y un capítulo después no sabemos nada de él. Su aparición en esta segunda temporada, ejerciendo como mero comparsa, resulta innecesaria ya que supone ningunear a uno de los personajes más intensos y complejos de la historia reciente de la televisión.
-Glenn Close es una Diosa de la interpretación, y ha nacido para dar vida a Patty Hewes. Y Patty Hewes ha sido creada de la nada del papel en blanco con el único objeto de tomar vida bajo los rasgos de Close. La recordaremos siempre por este papel. Luego nos acordaremos de “Las amistades peligrosas” o de “Atracción fatal”, pero su maquiavélica abogada de “Damages” marca una antes y después en su carrera, una línea marcada en la arena para separar lo notable, de lo inolvidable. Ambas, Close y Hewes se retroalimentan para deleite de los espectadores, que presenciamos un espectáculo escénico único.
-Nos sigue sobrando Rose Byrne y su marisabidilla Ellen. Mientras presenciamos esta segunda temporada, los deseos del espectador de que Close la despedace de una santa vez se convierten en insoportables por momentos. No sé a ciencia cierta si es un problema de actriz o de personaje. Supongo que una combinación letal de ambos. Ellen Parsons tiene un carácter insufrible, de sabelotodo inaguantable, y la sosa gestualidad de Byrne, junto a su frialdad distante no ayudan a defenderlo. El suyo es un personaje que en condiciones normales ya habría hundido una serie, pero estamos ante “Damages”, no ante cualquier serie.
-William Hurt y Marcia Gay Harden siempre son bienvenidos. Los dos grandes fichajes estrella llegados directamente de Hollywood para la nueva temporada no decepcionan: Hurt dota de una enorme cantidad de matices y de una gran profundidad emocional a su personaje. Sus miradas de hombre derrotado, buscando una redención que es consciente nunca conseguirá son difíciles de olvidar. Gay Harden vuelve a ser sibilina, compleja y sus movimientos desprenden suavidad, una elegancia felina. Su método interpretativo, que consiste en parecer un poco ausente, como si estuviese flotando por encima de la realidad que intenta representar, sobre sus escenas, resulta fascinante
-“Damages” es, naturalmente, una ficción deliciosamente efectista. Sin embargo en esta segunda temporada nos da la impresión de que los guionistas cruzan demasiadas líneas y exigen al espectador que suspendan la realidad demasiado a menudo. Algunos golpes de guión son en exceso efectistas y lo que es peor, poco coherentes y parecen diseñados con el único fin de provocar la sorpresa en un el espectador o proporcionar mayor gloria dramática a Glenn Close. Ahí esta esa escena en el juzgado, cuando una Patty rabiosa y humillada hasta el límite de lo soportable abandona el escenario. Es asombroso ver a Close evolucionar ante la secuencia de acontecimientos dramáticos que la forman, y desde luego es un deleite, pero por otro lado no es creíble dentro de la acción, me refiero a todos esos acontecimientos que la llevan a ese punto.
-Por la misma regla de tres el desenlace resulta más que sorprendente, enrevesado hasta el paroxismo, en un intento desesperado de tomar por sorpresa a un espectador descreído, ya aleccionado por la primera temporada en lo referente a giros tramposos. Aquí no hay un giro final, es que todo el final es un torbellino que se revuelve con violencia contra sí mismo una y otra vez, dejándonos en un estado entre el shock, la confusión, y la media sonrisa irónica ante la exageración de la propuesta, una gran broma de escritores que esperan contar con la complicidad del espectador. Vamos, que sería inútil tratar de reconstruir mentalmente el puzzle que es el desenlace en si mismo, y debemos entenderlo dentro del todo vale, que por otro lado es la imprescindible premisa que vértebra ese dramáticamente hablando complejo mamotreto arquitectónico llamado “Damages”.
En resumen. “Damages” no es “El Padrino” ni “Batman”. Su continuación no mejora el original, pero sigue siendo un espectáculo televisivo único, y la recomendamos sin reserva alguna.
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