sábado, 24 de enero de 2009

PENÉLOPE, ¡QUÉ CRUZ!


Siempre me han llamado la atención los personajes que han logrado el éxito profesional a pesar de no mostrar un talento remarcable en su profesión. Un ejemplo es Kylie Minogue. La cantante australiana no tiene una gran voz, ni compone sus canciones, que además no son mediocres si no horribles en la mayoría de los casos , no es especialmente guapa, no sabe bailar, es un retaco no especialmente proporcionado, en fin no encuentro ningún motivo que pueda justificar una carrera de éxito como la suya. Algo parecido ocurre en el caso de Penélope Cruz, una actriz que acaba de lograr su segunda nominación al los Oscar por su papel en “Vicky Cristina Barcelona”, tras la obtenida hace un par de años gracias a su participación en la estupenda “Volver”. Lo logrado por Cruz es un hito para una buena actriz, pero un milagro para una del montón como ella. Me refiero a haber obtenido dos nominaciones a tan temprana edad, hecho que gana en mérito sí tenemos en cuenta que la actriz nacida en Alcobendas ha desarrollado la mitad de su carrera en España y por tanto unido esto a su juventud hace que haya sido nominable los últimos diez años, desde que emigró a Los Ángeles para rodar “Hi-lo country”, su primer film norteamericano rodado a las ordenes de Stepehen Frears en 1998. Pero ¿cómo es posible que una actriz con apenas tres o cuatro interpretaciones decentes en su breve pero intensa carrera haya conseguido más o las mismas nominaciones que leyendas del cine mundial en todas sus carreras completas? Hablo de figuras como Cary Grant (2 nominaciones/0 premios), Vivian Leigh (2 de 2), Marilyn Monroe (0 nominaciones), Edward G. Robinson (0), Gena Rowlands (0 de 2), Rita Hayworth (0), Ava Gardner (0 de 1) y no sigo, para evitar caer en las lagrimas.

Parece por lo tanto indudable que Cruz tiene algo que para muchos de nosotros es un misterio. En EE.UU. están fascinados con ella frente a la indiferencia, si no directamente el desprecio ante sus habilidades interpretativas que genera en su propio país. Así mientras una oleada de estupor rodea sus dos candidaturas a los Oscar en España, estas son recibidas con toda naturalidad en América. Evidentemente tras su figura hay un ingente trabajo de sus publicistas que han modelado el personaje de la Penélope de aire sofisticado, una suerte de Audrey Hepburn de saldo, en campañas publicitarias para firmas de renombre mundial. En contraste sus trabajos más convincentes como actriz son aquellos donde ha dado rienda suelta a su vena racial, barriobajera, vulgar y carente de cualquier glamour, como "Volver" o "No te muevas". Sí a esto unimos la atracción por lo exótico mostrada por Hollywood o por un tipo de belleza atípico según los estandartes habituales de la industria norteamericana, no resulta difícil entender la fascinación que ejerce un personaje como la madrileña en la prensa americana.

Cruz en "Vicky Cristina Barcelona", camino del Oscar(?)

Otro cantar es lo que ocurre en los medios españoles. Uno de los deportes nacionales es la envidia. Sin embargo no parece ser envidia, al menos exclusivamente, lo que se esconde detrás del escepticismo ante el éxito de Cruz en EE.UU. Sencillamente hay conocimiento, tenemos mayor información acerca del personaje. Nosotros conocemos la carrera de la actriz desde sus inicios, mucho antes de ser marca de cosméticos y de dar esos giros que entusiasman a los críticos, que de pronto se la encuentran voceando a todo tren como una histérica en “Volver” o desequilibrada en su breve papel de perturbada en “Vicky Cristina Barcelona”. Penélope es como esa hermana a la que hemos visto desde pequeña por casa sin depilar, con los rulos a cuestas o con un salto de cama espantoso tirada en el salón. Por mucho que aparezca bellísima años después nunca lograremos quitarnos esa imagen de nuestra mente y por tanto relativizaremos esos logros. Hemos soportado la carrera pre-Hollywood de la actriz, primero en el mundo de la televisión, en el inenarrable “La quinta marcha”. Su paso al cine navega en esos inicios entre lo insulso extremo de sus papeles en “Jamón jamón” o “Belle Epoque” pasando serenamente, por supuesto, a la antología del disparate interpretativo en "maravillas" del cine español como “Brujas” o “Todo es mentira”, junto al polifacético Coque Malla, ese hombre del renacimiento. Su embarazosa experiencia como protagonista en “La Celestina” junto a, o sea, Juan Diego Botto deja su carrera al borde del colapso, además de ser una cumbre del disparate cinematográfico a nivel mundial, poniendo seriamente en entredicho su credibilidad como actriz. Indudablemente Pé es una luchadora nata, una de esas personalidades arrolladoras, para las cuales la ausencia de talento no deja de ser más que un pequeñísimo detalle, un inconveniente sin importancia en su camino a la gloria, y que además saben sacarse un partido asombroso, así qué poco después resurge como Ave Fénix sin despeinarse y con una dignidad forzada y aparatosa. Esto ocurre gracias a “Abre los ojos” y “La niña de tus ojos” (con Goya incluido), que la confirman como una actriz del montón aunque esforzada, y que la encumbran como la más importante del país, y con indudable proyección mediática y comercial más allá de nuestras fronteras.

Así es como la mirada de Cruz se posa en America e inicia una sucesión de films lamentables rodados al otro lado del charco. La actriz tiene la extraña habilidad de arrimarse a proyectos a priori interesantes, a las órdenes de directores de prestigio, que por alguna extraña razón acaban siendo material de derribo. Y ella sin inmutarse. La lista de directores con los que ha trabajado en Hollywood es impresionante, y los resultados desalentadores. El peor Frears que puedo recuerdar (la ya mencionada “Hi-lo country”), un tostón insufrible de Billy Bob Thorton (“Todos los caballos bellos”), “Blow” de Ted Demme (que nos había maravillado con “Beautiful girls”), las indescriptibles “La mandolina del capitán Corelli” o “Vanilla sky” (de Cameron Crowe), “Sahara”, “Bandidas” junto a su amiga de codos Salma Hayek (otro gran talento) y la no menos espantosa “Gothika” rematan una carrera americana capaz de provocar suicidios en masa. Entre medias vuelve a España de vez en cuando para filmar alguna película maravillosa donde pasa desapercibida una vez más (“Todo sobre mi madre” engullida por el resto del reparto) como excepción ante el aburrimiento del resto de sus elecciones, ya sea “Sin noticias de Dios”, “Elegy” o la inédita “Manolete”.

Junto a Ben Kingsley en "Elegy" de Isabel Coixet


Pero pese a quién pese el próximo 22 de febrero Penélope culminará su sueño, la ambición de toda una vida y desde el estrado del teatro Kodak se reirá a mandíbula batiente de todos aquellos que cuestionamos su habilidad no ya solo como actriz, si no como figura atractiva y atrayente. Con Kate Winslet fuera de combate en la categoría de Actriz secundaria, Penélope Cruz puede ir ensayando su discurso de agradecimiento para estupor de todos aquellos que amamos el cine y admiramos a las actrices de verdad. La posibilidad de encontrarnos a Javier Bardem abriendo el sobre lacrado y pronunciando el nombre de su pareja en la vida real se ha convertido en una certeza casi insoportable, capaz de provocar escalofríos y qué, francamente, nos roba el sueño. Su triunfo es el del esfuerzo artificial frente al genio innato. Enhorabuena a ella en cualquier caso.

4 comentarios:

@ELBLOGDERIPLEY dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Blue Hawaii dijo...

Muy bueno Truman, me ha encantado y estoy totalmente de acuerdo con tu crítica. Todavía no he visto la peli por la que la nominan, pero me parece una pésima actriz, muy guapa y elegante (cuando quiere) pero aquí no se debería premiar eso, no?
Besos

gaspashá gorkovskaya dijo...

Es cierto, a los artistas norteamericanos les parece muy exótico todo lo latino y lo español, obviando el talento que pueda tener el artista en cuestión. Y más cuando la población latina en los USA crece como la espuma y el español es la segunda lengua más hablada (si hasta en Friends de vez en cuando ya soltaban una palabra en español, que en Nueva York no te hace falta saber inglés). Por otra parte, resulta digno de estudio que ciertos artistas de cualquier disciplina, carentes de todo tipo de talento, consigan hacer taquilla, vender discos y llenar conciertos, o ser pintores consagrados.
El problema de los actores españoles, no todos por supuesto, es que los métodos de las escuelas de interpretación son una basura, y terminan interpretándose a sí mismos. Todo lo contrario que la excelente formación de los actores en Reino Unido, que la mayoría dan mil vueltas a los que, en España, pasan por la "prestigiosa" escuela de Cristina Rota (como es el caso de Penélope Cruz).

Anónimo dijo...

Truman no se te escapa nada. Brillante una vez más tu post y claro ha quedado tu vaticinio. Realmente el mundo está gobernado por gente ambiciosa sin talento, desde mi punto de vista podrías haber mecionado también a Madonna que ha marcado historia y a tantos otros artistas que dominan el arte de llegar a lo más alto
Enhorabuena por tu post y a Pe por saber llegar adonde está con o sin belleza y talento
paqui