
La película en cuestión está dirigida por Adam McKay que además es responsable del guión junto a su socio, amigo y protagonista de esto, Will Ferrell. Mientras hemos perdido toda fe en ese Jim Carrey que pide disculpas al publico después de cada uno de sus gags, y su loable histrionismo es lastrado por la moralina y por la tiranía de lo aceptable socialmente que desprenden la mayoría de sus films (“Como Dios” o “Mentiroso compulsivo” son dos buenos ejemplos), Will Ferrell se le contrapone, y resulta un cómico honesto y anárquico, que asume riesgos, en forma de incorrección política y de una gestualidad que bordea, si es qué no incurre, en el terreno de lo grotesco y lo salvaje. Ferrel es un actor libre, inmenso, que gracias a historias como esta, o como “Zoolander” (otro clásico en su filmografía), o como “Patinaje a la gloria” se ha convertido en el recambio del Carrey especializado en humor para abuelitas y sus nietos disfrazado de radicalidad.
Junto a Will Ferrell, indudable ideólogo y arquitecto del film, un descacharrante John C. Reilly le da réplica de una forma sobresaliente, quitándose para siempre la máscara de actor trascendente en películas de prestigio (“Las horas”, “Chicago”, “Magnolia” o “Gangs of New York”). No menos halagos merecen sus padres en la ficción, unos estupefactos Richard Jenkins y Mary Steenburgen.
Festival del absurdo y de la astracanada por la astracanada, todo funciona en esta comedia que, naturalmente, carece de cualquier línea argumental. La mayoría de los gags protagonizados por estos inadaptados que se niegan a crecer está llenos de talento y funcionan con una precisión apabullante en su puesta en escena y en su timing cómico -con la secuencia del sonambulismo a la cabeza- provocando en el espectador una continua sensación de sorpresa ante tanto ingenio.
La película naturalmente tiene mensaje. Pero lejos de incidir en ese moralismo recurrente de cierto cine de Hollywood al que me refería antes, Ferrell y Adam McKay realizan una convincente defensa del derecho a ser diferentes, una loa a la anormalidad en sus infinitas variables, y una bienvenida reivindicación de la pereza y de la falta de ambición sin que esto nos convierta en unos perdedores, si no todo lo contrario. “Hermanos por pelotas” no ganará ningún premio, pero es mucha mejor comedia que, pongamos, la premiada “Vicky Cristina Barcelona”, carece de pretensiones y boato pero le sobra inspiración e inteligencia. Estamos púes ante un film imprescindible, situado allí arriba, junto a “Zoolander”, “Ensalada de gemelas” o la trilogía de “Agárralo como puedas”.
3 comentarios:
Gran crítica, como siempre. Tienes toda la razón, qué difícil es hacer una buena comedia o una buena película de terror (sobre todo este último género es el que más me gusta). Por otra parte, el titulito en español, efectivamente es para asesinar a su/s ideólogo/s.
Saludos
Genial crítica y genial película querido Truman. Un auténtico delirio.
Truman.. eres brillante!
Cierto es que el título invita a salir por patas y meterte en cualquier bodrio pensando que será mejor que esto, pero después de tu crítica.. NO PIENSO PERDÉRMELA!
Un abrazo
Male
Publicar un comentario