Procedentes de Battle, East Sussex, al sureste de Inglaterra, Keane son un trío formado por Tom Chaplin (voz, y ocasionalmente guitarra y órgano), Tim Rice-Oxley (teclados y composiciones) y Richard Hughes (batería). Han grabado tres LP’s el último de ellos se publica la próxima semana (13 de Octubre).
Hopes and fears (2004)
El debut de los británicos Keane llegó a los estantes de las tiendas de música de todo el mundo siete años después de la formación de la banda. Durante ese tiempo el trío (inicialmente cuarteto hasta el abandono de Dominic Scott, guitarrista del grupo) se hartó de tocar en clubes de mala muerte versiones de algunos de sus grupos referenciales: Oasis, U2, Radiohead...(que Dios les conserve el gusto) y mas adelante alguno de lo temas que serían el germen musical de sus primeros singles y de su largo de presentación, entre los que destacan “Closer now”, “Fly to me” (imprescindible) o “Snowed under”, grandes canciones que se quedaron fuera de “Hopes and fears” y solo fueron publicadas como caras B de sus primeros singles.
Hopes and fears es su disco de pop clásico, de melodías limpias y envolventes con estribillos fácilmente reconocibles. La mayoría de temas de su debut se te quedan en la retina tras una primera escucha. Con un piano omnipresente (hasta el hartazgo según sus detractores) una tendencia hacia la melancolía en las composiciones y unos textos cercanos a lo bucólico y lo romántico desde un punto de vista demodé, “Hopes and fears” es de principio a fin un disco redondo, un deleite para los sentidos. Keane tras siete años en busca de un contrato discográfico tenían hambre de éxito y no estaban dispuestos a asumir riesgos de primeras. “Somewhere only we know” fue su primer single avanzadilla del disco y un éxito tremendo en todo el mundo que les llevó directos al número uno en la lista de álbumes cuando “Hopes and fears” vio finalmente la luz en la primavera de 2004. Este tema ejemplifica las virtudes del grupo, y también sus defectos: una melodía irresistible con el piano de Rice-Oxley en primer plano, demasiado enfático, casi ahogando a la canción, que acompaña a la magnífica voz de Tom Chaplin, una letra sencilla con la que cualquiera nos podemos identificar que habla de los lugares secretos donde apartarnos del mundo, esos lugares dentro de nosotros mismos a los que recurrimos cuando tenemos la tentación de venirnos abajo y una tendencia a trascender gracias a una pomposidad bienvenida frente al minimalismo y la desnudez imperante en las listas de lo mejor de cada año.
Pero mas allá de la discutible por saturada “Somewhere...”, su disco está repleto de pop cristalino e inolvidable (“Everybody’s changing” segundo hit del disco, “Bend and break” o “Your eyes open”), coqueteando con una épica y gravedad que acabaría por convertirse en una de sus señas de identidad y blanco de críticas (ejemplos: “Bedshaped”, “We might as well be strangers" o “On a day like today” no incluida en su versión europea inicialmente, pero si en las reediciones) y con unos arreglos entre la ampulosidad en crescendos magnéticos (“This is the last time”, otro clásico o “Can’t stop now”) y la simplicidad mas efectiva.
En resumen, el debut de Keane guste mas o menos es un disco imprescindible para comprender el pop de esta década. Lleno de temas memorables/aborrecibles según a quien le preguntes, la banda fabricó un artefacto irresistible, un regalo de navidad con un lazo enorme, y que forma parte de nuestra vida, de los que los disfrutamos hasta la desesperación, y también de los que los detestaron por no poder escapar al fenómeno.
CALIFICACIÓN: 8,5/10
LO MEJOR; La catarata de estribillos arrolladores en una sucesión increíble de momentos inolvidables.
LO PEOR; Un excesivo predominio de baladas, se echa en falta un poco mas de arrojo y de excitación. Una producción monolítica (pero brillante) a cargo de Andy Green.
IMPRESCINDIBLES; “Bend and break”, “Everybody’s changing”, “We might as well be strangers”, “On a day like today”, “Bedshaped”, “Untitled I” y “Can’t stop now”.
Under the iron sea (2006)
Keane volvían al estudio a finales de 2005 tras una gira agotadora de más de un año de duración. Como interludio unas relaciones internas seriamente dañadas, un cantante con comportamientos erráticos y escaso compromiso con el grupo que un año después desembocaría en su ingreso en una clínica de desintoxicación y una presión asfixiante de la industria por entregar rápidamente un sucesor al súper vendedor “Hopes and fears”.
Con ello el grupo se sumergió en un complicado proceso que dio como fruto a mediados de 2006 el interesante pero fallido “Under the iron sea”, grabado con una intencionalidad de crear un universo propio, con imaginería nueva y mundos personales. Un disco promocionado como más oscuro, más intenso, más grande, más profundo y más, más, más de todo...
Pero a pesar de su premisa estimulante, “Under the iron sea” es un ejercicio musical fallido como pretendido trabajo conceptual. Sencillamente no mantiene una línea coherente como tal, y se podría hablar en realidad de tres mini álbumes o EP’s conceptuales, reunidos en la misma grabación: el cuento de hadas que se torna pesadilla (“The frog prince”, “Atlantic” y “Try again”), el pop luminoso heredero de su predecesor pero con mayor trastienda emocional y un pesimismo galopante (“Is it any wonder”, “Leaving so soon”, “Put it behind you” y “Crystal ball”) y como tercer EP imaginario nos restaría el más interesante, ese mundo subterráneo, oculto, bajo el mar de acero en el que la banda lamentablemente no termina de sumergirse quien sabe si por miedo a no volver a ser los mismos o atenazados ante el vértigo de poder perder todo lo ganado (“A bad dream”, “The iron sea” o “Broken toy”).
“Under the iron sea” repite con Andy Green en la producción, pero esta vez huye de los caminos abiertos en su primer disco. Su sucesor busca sonidos más densos, inquietantes para introducirnos en un mundo opresivo, análogo de la descomposición interna que carcome a la banda, con unas letras que reflexionan con mayor o menor fortuna sobre los finales de épocas, de amistades y de proyectos comunes.
Podemos resumir entonces que “Under the iron sea” peca si no de ambicioso, si de no tener todos los medios a su alcance para cumplir con esas ambiciones y de no focalizar sus objetivos, de dispersarse a menudo olvidando adonde pretendía llegar al comienzo del trayecto. De esta forma pasa de ser el disco de los reproches de Oxley hacia Chaplin, a una suerte de amalgama de historias, sobre mundos paranoicos, guerras injustas, decepciones políticas y parajes inhóspitos bañados en un tono easy listening que le restan validez y credibilidad al conjunto a pesar de que la idea y parte de su materialización nos muestra a una banda irresistible y apasionante, que no renuncia a sus principios estilísticos a pesar de las críticas furibundas. Un bello fracaso.
CALIFICACIÓN; 7,25/10
LO MEJOR: Las melodías a pesar de afeadas bajo una producción sofocante siguen siendo fantásticas en su mayoría.
LO PEOR; La dispersión que echa por tierra las buenas intenciones de la propuesta.
IMPRESCINDIBLES; “A bad dream”, “Atlantic”, “Crystal ball” y “Nothing in my way”.
Perfect symmetry (2008)
Y con su tercer disco, finalmente llegó la reinvención postergada. Cuando se habla de metamorfosis en el mundo de la música a menudo se trata de una táctica de marketing marrullera de las discográficas, para intentar ampliar mercado o generar un interés de forma engañosa en un producto agotado per se. En el caso de Keane es evidente, ya desde la rupturista “Spiralling”, que “Perfect symmetry” marca su antes y su después como grupo, un punto y aparte que no permite vueltas atrás. Saludado por buena parte de la crítica británica como su mejor disco, esta vez no me queda más remedio que estar de acuerdo.
Lo primer que llama la atención de “Perfect symmetry” es la exuberancia del sonido del álbum. Con una producción a cargo de Jon Brion y Stuart Price, el disco resulta ligero pero intenso, lleno de referencias a un montón de grupos, especialmente de los 80 (OMD, a-ha, el David Bowie de "Ashes to ashes" saqueado en la fantástica “Better than this”, los Depeche mode mas oscuros o directamente The Cure, recordados en el inicio de “You haven’t told me anything” o Queen y The Killers en la cima del tema “Perfect symmetry”...) pero el grupo consigue hacerlas suyas con una brillantez pasmosa para no perder su personalidad en el trayecto. Es su disco mas vigoroso pero también es épico y grandilocuente una vez más, con muchas canciones largas, con melodías imaginativas, con unos giros a mitad de las mismas que pasman (ejemplo, el fabuloso final de la extraña “You haven’t told me anything”). A diferencia de su trabajo anterior, su tercer disco alcanza todas las metas propuestas y resulta increíblemente satisfactorio para el oyente. Divertido y bailable, rotundo y renovado, reflexivo y pretencioso, “Perfect symmetry” despliega toda la baraja de aciertos y excesos que el grupo había ido repartiendo a lo largo del camino, y es capaz de unirlas en estas once canciones inapelables.
Parte de este éxito es culpa de la introducción de sección de cuerdas (de Jesse Quinn) bajando el sonido de los teclados y consiguiendo matizar de esta forma su sonido, expandirlo, y conseguir que las canciones tengan una mayor profundidad espacial, haciéndolas despegar, evitando el muro de ruido que lastró en parte a su predecesor. Mientras tanto las letras de Rice-Oxley atrapan en su narrativa acerca de huidas hacia delante, hacia la esperanza, mientras contempla en su carrera la destrucción que le rodea y en la que ha estado hundido. Muchas canciones tienen aperturas majestuosas (“The lovers are losing” que recuerda a “Let it slide” , “Again & again” o “Black burning heart” con chapurreo en francés incluido), otras se toman su tiempo para alcanzar el climax (“Love is the end” o “Perfect symmetry”) pero todas tienen momentos inolvidables y estribillos únicos.
¿Que mas decir? “Perfect symmetry” nos muestra a una banda en la cima de su carrera. Grupo no apto para cínicos y mucho menos para modernos rancios, Keane llegan por tercera vez para quedarse, para hechizarnos y hacernos soñar mas fuerte que nunca con un disco con una ambición a prueba de bombas. “Perfect symmetry” es su gran clásico del pop llamado a permanecer, a emocionar y que escucharemos siempre.
CALIFICACIÓN; 9,25/10
LO MEJOR; La imaginación e inspiración que desprende el conjunto.
LO PEOR; “You don’t see me” deudora de U2 a estas alturas…
IMPRESCINDIBLES; “Perfect symmetry”, “You haven’t told me anything” , “Black burning heart” , “The lovers are losing”, “Love is the end”, “Again and again” y “Better than this”.
Hopes and fears (2004)
El debut de los británicos Keane llegó a los estantes de las tiendas de música de todo el mundo siete años después de la formación de la banda. Durante ese tiempo el trío (inicialmente cuarteto hasta el abandono de Dominic Scott, guitarrista del grupo) se hartó de tocar en clubes de mala muerte versiones de algunos de sus grupos referenciales: Oasis, U2, Radiohead...(que Dios les conserve el gusto) y mas adelante alguno de lo temas que serían el germen musical de sus primeros singles y de su largo de presentación, entre los que destacan “Closer now”, “Fly to me” (imprescindible) o “Snowed under”, grandes canciones que se quedaron fuera de “Hopes and fears” y solo fueron publicadas como caras B de sus primeros singles.
Hopes and fears es su disco de pop clásico, de melodías limpias y envolventes con estribillos fácilmente reconocibles. La mayoría de temas de su debut se te quedan en la retina tras una primera escucha. Con un piano omnipresente (hasta el hartazgo según sus detractores) una tendencia hacia la melancolía en las composiciones y unos textos cercanos a lo bucólico y lo romántico desde un punto de vista demodé, “Hopes and fears” es de principio a fin un disco redondo, un deleite para los sentidos. Keane tras siete años en busca de un contrato discográfico tenían hambre de éxito y no estaban dispuestos a asumir riesgos de primeras. “Somewhere only we know” fue su primer single avanzadilla del disco y un éxito tremendo en todo el mundo que les llevó directos al número uno en la lista de álbumes cuando “Hopes and fears” vio finalmente la luz en la primavera de 2004. Este tema ejemplifica las virtudes del grupo, y también sus defectos: una melodía irresistible con el piano de Rice-Oxley en primer plano, demasiado enfático, casi ahogando a la canción, que acompaña a la magnífica voz de Tom Chaplin, una letra sencilla con la que cualquiera nos podemos identificar que habla de los lugares secretos donde apartarnos del mundo, esos lugares dentro de nosotros mismos a los que recurrimos cuando tenemos la tentación de venirnos abajo y una tendencia a trascender gracias a una pomposidad bienvenida frente al minimalismo y la desnudez imperante en las listas de lo mejor de cada año.
Pero mas allá de la discutible por saturada “Somewhere...”, su disco está repleto de pop cristalino e inolvidable (“Everybody’s changing” segundo hit del disco, “Bend and break” o “Your eyes open”), coqueteando con una épica y gravedad que acabaría por convertirse en una de sus señas de identidad y blanco de críticas (ejemplos: “Bedshaped”, “We might as well be strangers" o “On a day like today” no incluida en su versión europea inicialmente, pero si en las reediciones) y con unos arreglos entre la ampulosidad en crescendos magnéticos (“This is the last time”, otro clásico o “Can’t stop now”) y la simplicidad mas efectiva.
En resumen, el debut de Keane guste mas o menos es un disco imprescindible para comprender el pop de esta década. Lleno de temas memorables/aborrecibles según a quien le preguntes, la banda fabricó un artefacto irresistible, un regalo de navidad con un lazo enorme, y que forma parte de nuestra vida, de los que los disfrutamos hasta la desesperación, y también de los que los detestaron por no poder escapar al fenómeno.
CALIFICACIÓN: 8,5/10
LO MEJOR; La catarata de estribillos arrolladores en una sucesión increíble de momentos inolvidables.
LO PEOR; Un excesivo predominio de baladas, se echa en falta un poco mas de arrojo y de excitación. Una producción monolítica (pero brillante) a cargo de Andy Green.
IMPRESCINDIBLES; “Bend and break”, “Everybody’s changing”, “We might as well be strangers”, “On a day like today”, “Bedshaped”, “Untitled I” y “Can’t stop now”.
Under the iron sea (2006)
Keane volvían al estudio a finales de 2005 tras una gira agotadora de más de un año de duración. Como interludio unas relaciones internas seriamente dañadas, un cantante con comportamientos erráticos y escaso compromiso con el grupo que un año después desembocaría en su ingreso en una clínica de desintoxicación y una presión asfixiante de la industria por entregar rápidamente un sucesor al súper vendedor “Hopes and fears”.
Con ello el grupo se sumergió en un complicado proceso que dio como fruto a mediados de 2006 el interesante pero fallido “Under the iron sea”, grabado con una intencionalidad de crear un universo propio, con imaginería nueva y mundos personales. Un disco promocionado como más oscuro, más intenso, más grande, más profundo y más, más, más de todo...
Pero a pesar de su premisa estimulante, “Under the iron sea” es un ejercicio musical fallido como pretendido trabajo conceptual. Sencillamente no mantiene una línea coherente como tal, y se podría hablar en realidad de tres mini álbumes o EP’s conceptuales, reunidos en la misma grabación: el cuento de hadas que se torna pesadilla (“The frog prince”, “Atlantic” y “Try again”), el pop luminoso heredero de su predecesor pero con mayor trastienda emocional y un pesimismo galopante (“Is it any wonder”, “Leaving so soon”, “Put it behind you” y “Crystal ball”) y como tercer EP imaginario nos restaría el más interesante, ese mundo subterráneo, oculto, bajo el mar de acero en el que la banda lamentablemente no termina de sumergirse quien sabe si por miedo a no volver a ser los mismos o atenazados ante el vértigo de poder perder todo lo ganado (“A bad dream”, “The iron sea” o “Broken toy”).
“Under the iron sea” repite con Andy Green en la producción, pero esta vez huye de los caminos abiertos en su primer disco. Su sucesor busca sonidos más densos, inquietantes para introducirnos en un mundo opresivo, análogo de la descomposición interna que carcome a la banda, con unas letras que reflexionan con mayor o menor fortuna sobre los finales de épocas, de amistades y de proyectos comunes.
Podemos resumir entonces que “Under the iron sea” peca si no de ambicioso, si de no tener todos los medios a su alcance para cumplir con esas ambiciones y de no focalizar sus objetivos, de dispersarse a menudo olvidando adonde pretendía llegar al comienzo del trayecto. De esta forma pasa de ser el disco de los reproches de Oxley hacia Chaplin, a una suerte de amalgama de historias, sobre mundos paranoicos, guerras injustas, decepciones políticas y parajes inhóspitos bañados en un tono easy listening que le restan validez y credibilidad al conjunto a pesar de que la idea y parte de su materialización nos muestra a una banda irresistible y apasionante, que no renuncia a sus principios estilísticos a pesar de las críticas furibundas. Un bello fracaso.
CALIFICACIÓN; 7,25/10
LO MEJOR: Las melodías a pesar de afeadas bajo una producción sofocante siguen siendo fantásticas en su mayoría.
LO PEOR; La dispersión que echa por tierra las buenas intenciones de la propuesta.
IMPRESCINDIBLES; “A bad dream”, “Atlantic”, “Crystal ball” y “Nothing in my way”.
Perfect symmetry (2008)
Y con su tercer disco, finalmente llegó la reinvención postergada. Cuando se habla de metamorfosis en el mundo de la música a menudo se trata de una táctica de marketing marrullera de las discográficas, para intentar ampliar mercado o generar un interés de forma engañosa en un producto agotado per se. En el caso de Keane es evidente, ya desde la rupturista “Spiralling”, que “Perfect symmetry” marca su antes y su después como grupo, un punto y aparte que no permite vueltas atrás. Saludado por buena parte de la crítica británica como su mejor disco, esta vez no me queda más remedio que estar de acuerdo.
Lo primer que llama la atención de “Perfect symmetry” es la exuberancia del sonido del álbum. Con una producción a cargo de Jon Brion y Stuart Price, el disco resulta ligero pero intenso, lleno de referencias a un montón de grupos, especialmente de los 80 (OMD, a-ha, el David Bowie de "Ashes to ashes" saqueado en la fantástica “Better than this”, los Depeche mode mas oscuros o directamente The Cure, recordados en el inicio de “You haven’t told me anything” o Queen y The Killers en la cima del tema “Perfect symmetry”...) pero el grupo consigue hacerlas suyas con una brillantez pasmosa para no perder su personalidad en el trayecto. Es su disco mas vigoroso pero también es épico y grandilocuente una vez más, con muchas canciones largas, con melodías imaginativas, con unos giros a mitad de las mismas que pasman (ejemplo, el fabuloso final de la extraña “You haven’t told me anything”). A diferencia de su trabajo anterior, su tercer disco alcanza todas las metas propuestas y resulta increíblemente satisfactorio para el oyente. Divertido y bailable, rotundo y renovado, reflexivo y pretencioso, “Perfect symmetry” despliega toda la baraja de aciertos y excesos que el grupo había ido repartiendo a lo largo del camino, y es capaz de unirlas en estas once canciones inapelables.
Parte de este éxito es culpa de la introducción de sección de cuerdas (de Jesse Quinn) bajando el sonido de los teclados y consiguiendo matizar de esta forma su sonido, expandirlo, y conseguir que las canciones tengan una mayor profundidad espacial, haciéndolas despegar, evitando el muro de ruido que lastró en parte a su predecesor. Mientras tanto las letras de Rice-Oxley atrapan en su narrativa acerca de huidas hacia delante, hacia la esperanza, mientras contempla en su carrera la destrucción que le rodea y en la que ha estado hundido. Muchas canciones tienen aperturas majestuosas (“The lovers are losing” que recuerda a “Let it slide” , “Again & again” o “Black burning heart” con chapurreo en francés incluido), otras se toman su tiempo para alcanzar el climax (“Love is the end” o “Perfect symmetry”) pero todas tienen momentos inolvidables y estribillos únicos.
¿Que mas decir? “Perfect symmetry” nos muestra a una banda en la cima de su carrera. Grupo no apto para cínicos y mucho menos para modernos rancios, Keane llegan por tercera vez para quedarse, para hechizarnos y hacernos soñar mas fuerte que nunca con un disco con una ambición a prueba de bombas. “Perfect symmetry” es su gran clásico del pop llamado a permanecer, a emocionar y que escucharemos siempre.
CALIFICACIÓN; 9,25/10
LO MEJOR; La imaginación e inspiración que desprende el conjunto.
LO PEOR; “You don’t see me” deudora de U2 a estas alturas…
IMPRESCINDIBLES; “Perfect symmetry”, “You haven’t told me anything” , “Black burning heart” , “The lovers are losing”, “Love is the end”, “Again and again” y “Better than this”.
4 comentarios:
Fantástica retrospectiva. Debo admitir que me quedé en su primer disco: en una primera escucha me pareció un poco plano, consideré el piano como un elemento excesivo y la voz del cantante no me cautivó mucho. Los retomaré de nuevo atendiendo tus siempre bienvenidas recomendaciones (a veces al cabo del tiempo descubres nuevos matices en algunos discos)
Q ganas de escuchar el nuevo disco! A mí el que más me gustó fue el de Under the Iron Sea, Atlantic me pone los pelos de punta.
Al principio no me gustaban excesivamente hasta verlos en directo, que me cautivaron. Os acordáis de aquel Bedshape bajo la lluvia en las ventas? Besitos
Gracias a los dos. Claro que me acuerdo de Bedshaped bajo la lluvia, nos calamos pero mereció la pena... También recuerdo lo que nos aburrimos algunos con el interminable concierto de Amaral, la gente pirandose, las Ventas vacío y ellos saliendo una y otra vez para hacer bises...
Por cierto no se veía ningún enlace del post pero ya está solucionado, salvo los de algunos temas de su nuevo disco, que directamente han sido eliminados de youtube.
la verdad es que la retrospectiva está muy currada, aunque a mí lo que he escuchado del nuevo no me termina de convencer...
un saludo!
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