jueves, 2 de octubre de 2008

“MISSILES” DE THE DEARS, BELLEZA ENTRE LAS SOMBRAS

Dos años después del sorprendente “Gang of losers” los canadienses The dears publican su nuevo disco de estudio, “Missiles”, tras cambios en la alineación de la banda en la que permanecen Murray Lightburn y Natalia Yanchak como únicos miembros originales del grupo (las consabidas diferencias creativas...), acompañados de cinco incorporaciones como secundarios.

“Missiles” es uno de los discos mas bonitos y raros que he escuchado este año. Ligtburn lanza sus mensajes en la era de la depresión y de un mundo que puede acabar en cualquier momento, acerca de sueños fallidos en vidas mediocres, escritos en el momento mismo en que se revela lo real y comprende que esos sueños no se cumplirán. Pero The dears, lejos de regodearse y hundirse en la autoindulgencia por culpa de la impotencia y la tristeza, pronuncian cada frase con una falta de exhibicionismo y un pudor mucho mas efectivo que el teatrillo de otros músicos torturados, y que cada cual saque sus propias conclusiones. Además Lightburn es poseedor de un vozarron portentoso, pero tiene el buen gusto de no restregarselo al oyente a la cara a cada tono que emite. "El dolor no es algo de lo que enorgullecerse", nos dice este grupo.

“Missiles” posee una belleza rebuscada y sugerente. El disco tiene unos arreglos de piano, guitarra e instrumentos de viento como saxo (un buen ejemplo es “Disclaimer” la apertura del álbum con ese arrollador saxo que nos lleva a los 80) que no parecen de este mundo, entrelazándose los unos con los otros en una sucesión armoniosa fascinante. Crecen los instrumentos tras la voz de su líder y se disparan lejos, expandiéndose hacia caminos donde la nostalgia campa a sus anchas, evitando el pastel, los caminos trillados y ofreciendo al oyente sorpresa tras sorpresa y sutilezas en abundancia.

“Missiles” es un disco de un intimismo arrollador, un disco lento y lleno de calidez. Aquí no hay cabida para el pop ni para estribillos que podamos recordar. Cada canción se toma su tiempo en desplegarse, por el camino giran sobre si mismas para dejar al oyente con la boca abierta e ir creciendo dentro de nosotros. Posee la capacidad de hacerte sentir solo, pero en una soledad acogedora, apartado de todo lo desagradable, del feísmo y vulgaridad que inundan el resto de las cosas.

Disco tal vez difícil, pero sin duda fascinante e increíblemente disfrutable en los momentos adecuados (pero también sobrevive a una escucha por la calle rodeado de gente, sorprendentemente), The dears nos introducen en un mundo complejo, bello pero retorcido y cruel, con unas canciones imprescindibles, estimulantes, de una épica e intensidad escondida entre las delicadas notas que las ordenan.

CALIFICACIÓN; 8,5/10
LO MEJOR; La atmósfera de decepciones y oscuridad, y los caminos que se abren ante ti a cada segundo en cada canción.
LO PEOR; Algún guitarrazo que se les escapa de vez en cuando, como al final de la estupenda “Lights off”, y el exceso de minutaje de “Saviour”, una ópera en sí misma que resume toda la filosofía del disco y del grupo por extensión.
IMPRESCINDIBLES; “Berlin heart”, "Meltdown in a major", “Disclaimer”, “Lights off”, “Money babies”, “Dream job” y “Demons”.

1 comentario:

gaspashá gorkovskaya dijo...

Espero escuchar pronto este disco, no conocía The Dears, gracias por la recomendación (como siempre, las sigo al pie de la letra).