martes, 5 de agosto de 2008

“WILDERNESS”: BRETT, BRETT, BRETT...

Lo de Brett Anderson es digno de un Expediente X. De cómo un artista talentoso, inspirador, admirado, arrebatador y arrebatado durante buena parte de la década de los 90 se ha convertido con el paso de los años en un músico gris y sin carisma, casi diría que sin talento, si es que eso puede llegar a perderse.

Anderson al frente de Suede firmó como líder, amo y señor del grupo (y para eso expulsó a Bernard Butler) tres discos maravillosos: “Suede”, “Coming up” y “Dog man star”, en este orden o tal vez no. No nos olvidamos de las sensacionales caras B de aquella época recopiladas en “Sci-fi lullabies” y que dan fe de la desbocada creatividad de Anderson en aquellos años. Sin ánimo de hacer apología de las drogas, resulta esclarecedor o al menos sospechoso, que tras “Coming up”, ultima obra magna de Suede y de Anderson por extensión, este dejara de meterse todo lo que se encontraba a su paso y se sometiera a una severa rehabilitación. No dudamos de que su vida personal y su salud se lo hayan agradecido. Pero otro hecho irrefutable es que su carrera se ha hundido como el Titanic en cuanto los estimulantes abandonaron su cuerpo. “Head music”, “A new morning”, The tears, su disco en solitario de debut y ahora la continuación a este, “Wilderness”…todos inferiores al inmediatamente anterior. O casi.

“Wilderness” no engaña a nadie. Como su nombre indica es un páramo. Un desierto musicalmente hablando. Nueve canciones imposibles de distinguir una de las otras. En todas ellas la voz temblorosa de Brett Anderson se acompaña únicamente por un piano, o por una guitarra mortecina, un violonchelo desnudo. Desnudas, intimistas y aburridas, así son la mayor parte de los nueve cortes de “Wilderness”. Un disco eterno que parece nunca acabará ha pesar de su corta duración. Un Anderson ensimismado en su vida londinense como post-estrella mundial, parece patentar definitivamente la formula infalible para provocar suicidios en masa entre sus seguidores tras el ensayo que fue su debut: una pose rancia y forzadamente pasada de moda, unas letras que solo pueden provocar hastío por manoseadas (ay! el amor y el desamor, la soledad en las grandes ciudades, que paradoja) especialmente ante la ausencia de instrumentación que las vistan, un intimismo mal entendido que supone una sublimación de la monotonía y la eterna actitud rebelde de músico incomprendido, insobornable, ajeno a modas y que nada contracorriente aunque esté cometiendo un error artístico.

Solo “Back to you” con esa teatral, casi cinematográfica entrada en escena de una imponente Emmanuelle Seigner nos agita y nos saca súbitamente de nuestro sopor. Anderson nos ofrece este tema como si se tratase de un azucarillo, para asegurase de que por mucho que nos decepcione una y otra vez, la próxima ocasión en que grabe volveremos a escucharle como si la vida nos fuera en ello. Lo que el no sabe es que no hacía falta. Escucharle es una cuestión de lealtades.

CALIFICACIÓN; 4/10
IMPRESCINDIBLE; “Back to you”
LO MEJOR; “Back to you” un rayo de esperanza o un “no todo está perdido”
LO PEOR; Es un disco aburrido. Su fecha de lanzamiento, en pleno verano, tampoco ayuda dada la naturaleza de la propuesta.

3 comentarios:

monsieur august dijo...

No existen palabras suficientes para elogiar tu post. Es símplemente perfecto, arrebatardor, exquisito, brillante, lúcido hasta asustar. Le perdonaremos a Brett su tropezón si con de él salen artículos tan redondos como el tuyo.

lord carnavon dijo...

Me imagino que Brett, aunque él tan pagado de sí mismo no lo sepa, necesita darse un tiempo y buscarse a sí mismo.

Quiero pensar que en algún momento nos sorprenderá de nuevo. Como dicen las abuelas: a la vejez viruelas.

Estupendo post, Truman.

gaspashá gorkovskaya dijo...

Para hacer un buen disco, este chico tendría que tener la cuarta parte de tu talento, Truman. Cada día escribes mejor.