
Al amparo de esta nueva religión que ensalza sin crítica al “raro” nacen Los caballos de Düsseldorf; un supuesto colectivo musical que sigue al pie de la letra las pautas más trilladas de la modernidad empezando por irse a Japón a presentar su ¿música? (tienen un disco en el mercado publicado por Alehop!) y siguiendo por no hacer en absoluto música sino una especie de burla con (¡cómo no!) instrumentos inventados, juguetes, samplers, etc. El concepto en sí no puede estar más manido y por si fuera poco, estos chicos le añaden un intolerable “sentido del humor” con juegos de palabras que a ellos les parecen ingeniosos y esa estética del feismo que nunca debió existir. No sé si pensarán que están haciendo algo nuevo o trasgresor pero su trabajo es exactamente la misma basura que los geniales guionistas de Friends adjudicaron al personaje Ross Geller cuando aseguraba que se encerraba en sótano a encontrar “su sonido”. Que alguien mate a estos caraduras por favor.
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