Todos los que hemos presenciado un concierto de Editors alguna vez hemos coincidido en la idoneidad de que la banda tocara en grandes aforos, con escenarios espaciosos en lugar de en las salas pequeñas o cutres en las que lo han estado haciendo hasta hace pocas fechas. Su actuación en el Ola como cabezas de cartel, en horario estelar y escenario mediano-grande les daba la gran oportunidad de confirmar nuestras sospechas y de paso garantizarles estatus de Stadium band.
Editors han grabado dos discos llenos de trallazos rock, donde juegan a su antojo con una oscuridad impostada y una épica arrolladora aunque no siempre honesta y creíble, siempre estimulante. Son una banda que funcionan en estudio y que habían dado signos de vida rotundos en directos anteriores. Sin embargo desde el principio se vio claro la incapacidad de los británicos para ganarse al público en su actuación del viernes. No ayudó un Tom Smith al que daba pena y dolor contemplar, intentando hacerse escuchar ante la manifiesta ausencia de voz con la que compareció, ni una puesta en escena que, ante lo que ya habíamos presenciado y admirado boca abiertos poco antes (Goldfrapp, Massive attack o Björk), era de una simpleza insultante, y apenas podría soportar comparación con una actuación de orquesta de feria de pueblo, con unos pocos focos de colores que se iluminan de vez en cuando sin ton ni son, ni propósito dramático alguno. Un sonido inaudible en muchos momentos y una falta de carisma y garra de un grupo devorado por el escenario hicieron el resto para convertir su actuación en un desastre apenas superado por los bochornosos Hercules and the love affair.
Cualquier parecido entre lo que pudimos a duras penas escuchar el viernes afinando el oído y las “All sparks”, “An end has a start”, “Smokers outside the hospital doors” o “Munich” que nos han apasionado en nuestras casas es pura coincidencia. Concierto carente de fuerza y protagonizado por una banda con convicción mínima que además remata su concierto con la peor canción de su repertorio (“Fingers in the factories”), lo que revela que estamos ante unos Editors desorientados si no ya perdidos irremediablemente en el camino de una grandeza esquiva que se ha tornado oscuridad de pacotilla, épica de bajo perfil, solo apta para adolescentes impresionables y depresivos. Esperemos nos lleven la contraria en próximas visitas, y sobre todo en un tercer disco que nos reencuentre con su torrente de pop tras el pálido reflejo de si mismos que nos encontramos en el Ola. Francamente me importa poco lo penoso que toquen en directo si siguen inspirados en el estudio. Y esto va por Saint Etienne también.
Editors han grabado dos discos llenos de trallazos rock, donde juegan a su antojo con una oscuridad impostada y una épica arrolladora aunque no siempre honesta y creíble, siempre estimulante. Son una banda que funcionan en estudio y que habían dado signos de vida rotundos en directos anteriores. Sin embargo desde el principio se vio claro la incapacidad de los británicos para ganarse al público en su actuación del viernes. No ayudó un Tom Smith al que daba pena y dolor contemplar, intentando hacerse escuchar ante la manifiesta ausencia de voz con la que compareció, ni una puesta en escena que, ante lo que ya habíamos presenciado y admirado boca abiertos poco antes (Goldfrapp, Massive attack o Björk), era de una simpleza insultante, y apenas podría soportar comparación con una actuación de orquesta de feria de pueblo, con unos pocos focos de colores que se iluminan de vez en cuando sin ton ni son, ni propósito dramático alguno. Un sonido inaudible en muchos momentos y una falta de carisma y garra de un grupo devorado por el escenario hicieron el resto para convertir su actuación en un desastre apenas superado por los bochornosos Hercules and the love affair.
Cualquier parecido entre lo que pudimos a duras penas escuchar el viernes afinando el oído y las “All sparks”, “An end has a start”, “Smokers outside the hospital doors” o “Munich” que nos han apasionado en nuestras casas es pura coincidencia. Concierto carente de fuerza y protagonizado por una banda con convicción mínima que además remata su concierto con la peor canción de su repertorio (“Fingers in the factories”), lo que revela que estamos ante unos Editors desorientados si no ya perdidos irremediablemente en el camino de una grandeza esquiva que se ha tornado oscuridad de pacotilla, épica de bajo perfil, solo apta para adolescentes impresionables y depresivos. Esperemos nos lleven la contraria en próximas visitas, y sobre todo en un tercer disco que nos reencuentre con su torrente de pop tras el pálido reflejo de si mismos que nos encontramos en el Ola. Francamente me importa poco lo penoso que toquen en directo si siguen inspirados en el estudio. Y esto va por Saint Etienne también.
3 comentarios:
No tendrían un buen día...
Genial tu crónica, si los Editors realizan una concierto con la misma calidad, pasarán a ser definitivamente una banda grande.
Buenos días a todos los que lean esta crónica y opinen pues yo tengo que decir que la crónica para nada se ajusta a la realidad de lo que allí se pudo ver y hablo en nombre de 5 personas que amamos la música indie y todos nosotros vimos este concierto que dieron Editors!! Y realmente la descripción que se hace de el en absoluto se ajusta con la realidad una vez más Editors dieron un gran concierto "corto" eso si dado que Shinamon Records así tenía cerrado en el contrato!! En ningún momento le falló la voz, ni faltó sonido y los Editors estuvieron a la altura!! Solo pido más rigor a la hora de escribir y más objetividad!! Un saludo a todos!!
Hola Maxi pop yo también estuve allí y mi opinión es muchisimo más cercana a la de Truman que a la tuya, Editors sonaron sin fuerza ni carisma, y la voz de Tom era prácticamente inexistente por lo menos en dond enosotros estábamos. No se trata de falta de rigor aunque obviamente sí de objetividad ya que cada uno siente la música de una manera determinada.
Saludos!!
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