Hace tres años Martin Scorsese ganó finalmente un Oscar como Mejor Director gracias a “The departed” (2006), sin que a ningún miembro de la Academia de Hollywood se le cayera allí mismo la cara de vergüenza por no haber sido capaces de entregárselo décadas antes por “Taxi Driver”, “Uno de los nuestros” o por “Casino” por no irnos tan lejos. Sirva el recordatorio de que en aquellas ediciones los ganadores del premio a la mejor película y director recayeron en “Rocky”, “Bailando con lobos” y “Braveheart” respectivamente, como constatación de lo absurdo que supone dar demasiada importancia –y yo me pongo el primero- a estos y a otros galardones
Pero entrando en esta película: Shutter Island comienza con la travesía por mar de dos agentes judiciales –Leonardo DiCaprio de nuevo dando lo mejor de sí mismo junto a su director fetiche y un aburrido Mark Ruffalo- hacia el centro psiquiátrico ubicado en dicha isla, que además está siendo azotada por un huracán, lo que provocará un aislamiento absoluto. Su misión es investigar la extraña desaparición de una de las internas del centro, una peligrosa paciente que se ha esfumado de su celda sin dejar rastro y en circunstancias extrañas. A partir de esa premisa comienzan a sucederse una serie de acontecimientos que irán trasformando lo que era inicialmente un filme policiaco con trasfondo sobrenatural, que es lo que yo me esperaba, en una cinta que se adentra en el terreno del drama paranoico, gracias especialmente a la aparición de los personajes interpretados por Ben Kingsley y Max Von Sydow.
En el fondo el problema de esta adaptación de la novela de Dennis Lehane es una cuestión de expectativas: expectativas ligadas al gran director que la firma. De una leyenda como Scorsese esperamos algo más que un thriller interesante, equidistante entre el suspense policiaco y el drama, lamentablemente alejado del cine escalofriante que prometía ser (salvo aquella aparición en el jardín del correccional muy al comienzo de la película que realmente te deja trastornado). Estamos ante una película bien narrada, pero previsible casi siempre, bien interpretada, con una atmósfera densa pero no opresiva, la isla no se convierte en un personaje más en ningún momento. Una película que no estremece, y donde no es fácil atisbar la mano de su director. No aparecen esos movimientos impresionantes de cámara marca de la casa, que te dejan hundido en la butaca mientras piensas “Como filma este hombre”. En una película rodada con una sobriedad sorprendente. El director no duda en homenajear a “El silencio de los corderos” en la escena de la celda del psiquiátrico al que el personaje interpretado por Leonardo DiCaprio penetra a través de un siniestro corredor rodeado de celdas habitadas por personajes escalofriantes, que recuerda aquel otro que tenía que atravesar Jodie Foster para encontrase con Hannibal Lecter -hasta Ted Levine, Buffalo Bill en la cinta de Demme, es recatado aquí en un pequeño papel de jefe de seguridad del centro psiquiátrico- El director se guarda prácticamente toda la artillería pesada para el final, del que naturalmente no vamos a desvelar nada, pero por el camino hay demasiadas escenas confusas, tramposas y de mera transición hacia ese desenlace.
¿Qué es entonces Shutter Isalnd? ¿Es “El cabo del miedo”? En cierto modo. ¿Es “El silencio de los corderos”? No, por supuesto que no. Es una buena película, una reflexión sobre la culpa, y sobre los mecanismos que permiten a nuestro cerebro escapar de ella, pero queda lejos de ser el film apoteósico que esperábamos.
Pero entrando en esta película: Shutter Island comienza con la travesía por mar de dos agentes judiciales –Leonardo DiCaprio de nuevo dando lo mejor de sí mismo junto a su director fetiche y un aburrido Mark Ruffalo- hacia el centro psiquiátrico ubicado en dicha isla, que además está siendo azotada por un huracán, lo que provocará un aislamiento absoluto. Su misión es investigar la extraña desaparición de una de las internas del centro, una peligrosa paciente que se ha esfumado de su celda sin dejar rastro y en circunstancias extrañas. A partir de esa premisa comienzan a sucederse una serie de acontecimientos que irán trasformando lo que era inicialmente un filme policiaco con trasfondo sobrenatural, que es lo que yo me esperaba, en una cinta que se adentra en el terreno del drama paranoico, gracias especialmente a la aparición de los personajes interpretados por Ben Kingsley y Max Von Sydow.
En el fondo el problema de esta adaptación de la novela de Dennis Lehane es una cuestión de expectativas: expectativas ligadas al gran director que la firma. De una leyenda como Scorsese esperamos algo más que un thriller interesante, equidistante entre el suspense policiaco y el drama, lamentablemente alejado del cine escalofriante que prometía ser (salvo aquella aparición en el jardín del correccional muy al comienzo de la película que realmente te deja trastornado). Estamos ante una película bien narrada, pero previsible casi siempre, bien interpretada, con una atmósfera densa pero no opresiva, la isla no se convierte en un personaje más en ningún momento. Una película que no estremece, y donde no es fácil atisbar la mano de su director. No aparecen esos movimientos impresionantes de cámara marca de la casa, que te dejan hundido en la butaca mientras piensas “Como filma este hombre”. En una película rodada con una sobriedad sorprendente. El director no duda en homenajear a “El silencio de los corderos” en la escena de la celda del psiquiátrico al que el personaje interpretado por Leonardo DiCaprio penetra a través de un siniestro corredor rodeado de celdas habitadas por personajes escalofriantes, que recuerda aquel otro que tenía que atravesar Jodie Foster para encontrase con Hannibal Lecter -hasta Ted Levine, Buffalo Bill en la cinta de Demme, es recatado aquí en un pequeño papel de jefe de seguridad del centro psiquiátrico- El director se guarda prácticamente toda la artillería pesada para el final, del que naturalmente no vamos a desvelar nada, pero por el camino hay demasiadas escenas confusas, tramposas y de mera transición hacia ese desenlace.
¿Qué es entonces Shutter Isalnd? ¿Es “El cabo del miedo”? En cierto modo. ¿Es “El silencio de los corderos”? No, por supuesto que no. Es una buena película, una reflexión sobre la culpa, y sobre los mecanismos que permiten a nuestro cerebro escapar de ella, pero queda lejos de ser el film apoteósico que esperábamos.
3 comentarios:
Buenos días Truman,
Quisiera disculparme, pero no he encontrado otra manera de contactarte que a través de los comentarios.
Soy Natalia, de Paperblog. Me pongo en contacto contigo para invitarte a conocer el proyecto Paperblog, http://es.paperblog.com, un sevicio de difusión cuya misión consiste en identificar y dar a conocer los mejores artículos de los blogs inscritos ,que sino, se diluyen entre la masa antes de llegar a los oportunos lectores. "Gesloten" se adapta a nuestros criterios y creo que tus artículos resultarían muy interesantes a los lectores de "Cultura"
Espero que te motive el proyecto que iniciamos el mes pasado con tanta ilusión. Échale un ojo y Mientras, no dudes en escribirme para conocer más detalles.
Un saludo de todo el equipo,
Natalia -natalia@paperblog.com
Responsable Comunicación Paperblog
Me alegro mucho de que el inagotable talento de mi querido y admirado Truman no quede diluído entre la multitud de post que inundan los blogs.
Un beso enorme Truman
Que gusto leerte Truman, me ha encantado la crónica..
Besos
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