miércoles, 1 de abril de 2009

THE READER -EL LECTOR-

Basada en una novela de Bernhard Schlink, “The reader” (“El lector”) es la tercera película dirigida por el británico Stephen Daldry, tras “Billy Elliot” y “Las horas”, consiguiendo un record difícilmente igualable en la historia del cine, al haber sido nominado a los Oscar por las tres películas que ha dirigido. Tomando como base la adaptación del dramaturgo David Hare, la película narra la historia de amor entre un adolescente Michael Berg y una mujer que le dobla la edad, Hanna, en la Alemania de la post-guerra durante los años 50 que finalizará de forma abrupta después de que ella desaparezca repentinamente. Unos años más tarde un Michael ya universitario asistirá como testigo a unos juicios dónde para su sorpresa se encontrará con que Hanna está siendo juzgada por haber ejercido de celadora en un campo de concentración Nazi.

La historia narrada en “El lector” es de esas que no dejan indiferente, y que impacta al espectador. Stephen Daldry reflexiona sobre el sentimiento de culpa, sobre las traiciones y sobre la redención. Narrando la historia desde el punto de vista del Michael Berg adulto, interpretado por un melancólico Ralph Fiennes, el director reconstruye la historia a través de los recuerdos de Michael. Sin duda la mejor parte del film es la historia de amor que se establece entre los dos protagonistas, el enfermizo adolescente Michael y la misteriosa y reservada Hanna, describiendo admirablemente la intimidad que se establece entre ellos. Fantásticas son las secuencias en que Michael lee novelas a Hannah, como preludio de sus encuentros amorosos, filmados con una elegancia digna de admiración.

La película no obstante tiene algún que otro inconveniente, especialmente en el apartado de la caracterización de los personajes. De esta forma la Hanna que interpreta Kate Winslet aparece en el tramo final de la película exageradamente avejentado en mi opinión, aparentando más de los sesenta y cinco años que le corresponden. En cuanto al personaje de Michael tampoco se libra del problema. Dejar que sea el mismo actor (David Kross) el que interpreta al mismo personaje en momentos tan diferentes como durante su relación iniciática siendo adolescente y unos años después como estudiante universitario es chocante, ya que no nos podemos quitar la imagen del actor como un quinceañero y el problema se agrava cuando la acción avanza diez años y de pronto nos encontramos con qué al personaje le han caído treinta de golpe, ya que entonces es Ralph Fiennes el que toma el relevo.

Pero lo cierto es que es muy gratificante comprobar que el aliento poético de Daldry permanece intacto, así como su gusto por el encuadre perfecto y por la belleza sin coartadas. Así, resultan especialmente bonitas todas las escenas de la escapada de la pareja protagonista en su día de campo. Todo encaja en esos momentos, unos actores con talento, una iluminación y una fotografía preciosa, una música emocionante y un director que sabe dibujar mediante la narración premonitoriamente la tragedia intrínseca que esa felicidad lleva consigo. Daldry se muestra también en “El lector” pudoroso con las emociones, así mientras otros directores hubieran montado un circo dramáticamente hablando en algunos pasajes de la historia, él pone de manifiesto ese decoro a la hora de reflejar los sentimientos de sus personajes frente a la pantalla. Aunque es cierto que al contrario que ocurría en “Las horas”, aquí esas emociones parecen demasiado interiorizadas, no hay catarsis, especialmente cuando hablamos de Hanna lo que puede distanciar al espectador de la historia que adolece de una frialdad excesiva como defecto principal dentro de un conjunto con numerosas virtudes. Recomendable.

2 comentarios:

lady foster dijo...

Pero que bien escribes Truman!! Una crítica magnífica.

gaspashá gorkovskaya dijo...

Totalmente de acuerdo con Lady Foster, Truman se supera en progresión geométrica con sus fantásticos textos. Un abrazo.