martes, 21 de abril de 2009

DOVES: KINGDOM OF RUST

El trío de Manchester Doves, acaba de publicar hace apenas un par de semanas su cuarto álbum de estudio. “Kingdom of rust” llega al mercado después de una larga pausa del grupo, al haber trascurrido cuatro años desde la publicación de su anterior disco. Tras alcanzar el cielo con su segundo LP, el excelente “The last broadcast” (2002) -habían debutado con “Lost souls” en 2000-, el grupo nos dejó con un sabor agridulce en los labios, a medio camino entre el deslumbramiento y la decepción, con el irregular “Some cities” (2005).

Este cuarto disco de Doves ha sido producido por Dan Austin (Massive attack) casi en su totalidad, salvo un par de temas a cargo de John Leckie (Radiohead). Lleno de cortes contemplativos, a “Kingdom of rust”, para no andarnos por las ramas, le sobra contención, y le falta emoción: casi nunca llega a alcanzar un clímax que desarbole al oyente. La banda liderada por Jim Goodwin tira aquí de nuevo de épica, pero al igual que ocurría en ciertas partes de “Some cities”, estamos ante un ejercicio de ampulosidad algo descafeinada, retraído y con no demasiada convicción.

En el otro lado de la balanza, Doves suenan elegantes a lo largo de sus pausados medios tiempos. Su música sigue resultando, a pesar de esa moderación, estimulante y bella. No estamos desde luego ante un grupo amante de la vulgaridad o de ejercicios malabaristas que pretendan encubrir una propuesta banal y sin ideas. A Doves les sobran las buenas intenciones aunque les traicionan los complejos, y se niegan a penetrar en el terreno del stadium band quedándose estancados a medio camino del rock venerado por las publicaciones especializadas y el pop masivo que podrían facturar tan brillantemente como Coldplay.

En cualquier caso su capacidad sugestiva puesta de relieve en “Jetstream” y “Spellbound”, la imaginativa hipnótica de “Kingdom of rust” (la canción, claro), el estribillo reflexivo de “Winter hill”, la luminosidad con negra trastienda de “The greatest denier” y la inquietud nerviosa de “House of mirrors” con un final estremecedor, dejan constancia de la sensibilidad insólita que posee el grupo. No faltan guiños desconcertantes a U2 (la guitarra en “Compulsion”) y temas de una linealidad en exceso fatigosa (“Lifelines”, “Bird flew backwards”), en un conjunto falto de temas electrizantes (sólo en “The outsiders” aprietan el acelerador), un conjunto ante el cual tenemos la sensación de falta de garra, aun con sus buenas dosis de poesía y oscuridad de altos vuelos.

CALIFICACIÓN; 6/10
LO MEJOR; Doves no han olvidado su capacidad para recrear atmósferas sugerentes.
LO PEOR: La linealidad del álbum, y esa sensación de trabajo a medio gas, a pesar de los no pocos fogonazos de talento.
RECOMENDABLES; “House of mirrors”, “Kingdom of rust”, "Jetstream", "Winter hill".

1 comentario:

David Delio dijo...

Me encanta Doves tengo todos sus discos y este no sera la excepcion de momento disfruto en mi Ipod de Kingdom of Rust