domingo, 8 de marzo de 2009

RAZORLIGHT: SLIPWAY FIRES

Publicado a finales del año pasado, el tercer disco de estudio de Razorlight, “Slipway fires”, vuelve a renovar las pocas expectativas musicales que vengo teniendo últimamente a la hora de descubrir cosas “nuevas” en esta disciplina artística. No tenía ni idea de la existencia de este grupo inglés, acusado por algunos medios cuando editaron su primer disco en 2004 de parecerse demasiado a bandas como The Strokes, entre otros. Añado que veo bastante parecido con Coldplay, formación que no ha conseguido impactarme con ninguno de sus trabajos. Por otra parte, noto conatos de semejanza con Keane, pero sin llegar ni de lejos a la peculiar personalidad de su cantante (que guste o no, Tom Chaplin la tiene). El líder de Razorlight, Johnny Borrell, se ha convertido en habitual de la prensa rosa británica por temas que ni me van ni me vienen (actitud insoportable, romances varios y asuntos de interés para esa parte de la población que se aburre y precisa conocer hasta el más mínimo detalle de la vida de los demás).

Salvo algunas canciones, algo estimables pero que no enganchan, “Slipway fires” discurre entre la pereza, el copy paste constante y la falta de idiosincrasia. Hace gala de una buena producción pero a mitad de disco su escucha se sumerge en el tedio y la indiferencia. Los músicos son buenos, y la voz de Borrell no está mal, pero tiene el mismo carisma que la de cualquier concursante de un “operación triunfo” cualquiera. Con esto vuelvo a sentir la necesidad de volver a épocas alejadas, descubrir y redescubrir otras bandas que sí hicieron cosas originales, aún teniendo referencias anteriores. La fórmula brit pop con cantante insoportable no solamente es algo que a mí no me dice nada, es que está ya más pasado que la constitución española de 1812. Cuando la mente pide cambiar de tercio, al final del álbum ocurre como al principio con sus dos primeros temas, se vislumbra cierta esperanza con la canción que lo cierra, “Where the frecuencies run deep and wild”. En el fondo es brisa agradable de un pasado musical que, al menos para mí, cada vez está más presente.

PUNTUACIÓN: 4,75/10
LO MEJOR
: el aburrimiento que da escuchar este disco no se materializa en rechazo, como ocurre con otras producciones.
LO PEOR: da la sensación de que cada vez hay más grupos y artistas fabricados en serie.
DESTACABLES (a pesar de todo): “Wire to wire”, “Hostage of love”, “Where the frecuencies run deep and wild”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Coincido bastante con tu análisis Gaspashá. No he escuchado este disco. Pero si lo hice con el anterior, llamado como ellos. Lo tuve en el Ipod una temporada, pero acabe eliminándolo porque me parecían canciones impersonales que no dicen nada, salvo "America" que era resultona. Por cierto, que parece ser que es el caracter insoportable de su cantante el que está detrás del abandono del batería luego ya no son cuatro si no tres en el grupo. Un abrazo.

gaspashá gorkovskaya dijo...

Gracias, la verdad que hacía tiempo que no escuchaba algo tan impersonal como bien dices. Con respecto a lo del carácter insoportable, bien valdría escribir varios post estudiando si los artistas así lo son desde niños o es la fama la que les convierte en imbéciles. Abrazos.