lunes, 15 de septiembre de 2008

LETRAHERIDOS EN BLANCO

El otoño va acercándose y termina la tomadura de pelo de la Expo de Zaragoza, similar a tantas otras como, por ejemplo, el Forum de Barcelona. Pero llegarán nuevas chorradas, algunas ya convertidas institucionalmente en tradición, como es el caso de la gran parida de la Noche en Blanco en Madrid. Millones de actuaciones inabarcables, museos abiertos gratis y colas interminables de gente que no paga para ir a ningún recinto cultural pero sí para beber de garrafón, calles repletas de personas de todas las edades… una suerte de nochevieja más: en definitiva, una piara formada por miles y miles de cuerpos parlantes se lanza a las calles para ver iluminado de rojo el Palacio Real, contemplar extasiados como unos equilibristas se suben al Bernabeu o caminar por la Gran Vía para sentir el increíble subidón –según algunos- que te da cuando puedes hacerlo por medio de la carretera cortada al tráfico. Insuperable.
Lo mejor que se puede hacer en jornadas de características demenciales es quedarse en casa tranquilamente. Pero ese mismo sábado, día 13, hicieron un homenaje al recientemente fallecido Leopoldo Alas a instancias de la Escuela de Letras, entidad con la que colaboraba de vez en cuando. El acto tuvo lugar en la Plaza de Ramales, cerca de Ópera y fue presentado por la periodista y escritora Ruth Toledano. Se leyeron poemas y fragmentos de diversos textos del autor. Mientras la banda de jazz de la misma Escuela de Letras tocaba de vez en cuando, Eduardo Mendicutti, Ajo, Pepe Infante, Carlos Borsani, Carla Antonelli o quien escribe entre otros muchos amigos, acudimos a un escenario improvisado en medio de la plaza frente a decenas de personas alrededor, unos sentados y otros de pié. Un lugar apartado de la brutal muchedumbre que se lanzaba a la calle ansiosa de un parque temático plagado de gente que se emborrachaba a marchas forzadas (que conste que no estoy en contra de eso, pero hay que saber hacerlo sin molestar ni meter la pata; si comparamos la Noche en Blanco de Madrid con la de Berlín, por ejemplo, la vergüenza ajena aparece enseguida).
El acto fue el homenaje a tantas y tantas noches en blanco genuinas y verdaderas que todos los que estábamos allí hemos pasado con Leopoldo Alas. Se supone que también era una despedida más, pero yo nunca me voy a despedir de él.

2 comentarios:

Justo dijo...

No conocí personalmente a Leopoldo Alas, aunque alguna vez suelta hablé con él.

Sin embargo he sentido su pérdida como si se tratara de un ser querido.

En cuanto a la Noche en Blanco, cómo será lo poco que me llama la atención.. que nunca he asistido. Es lo que dices, ese concepto de parque temático trasladado a todo.

Un saludo

gaspashá gorkovskaya dijo...

Gracias por tu comentario Justo, la verdad que, como me decía el otro día Ruth Toledano, pienso presumir toda la vida de haber sido amigo de Leopoldo. Nos ha dejado noqueados y huérfanos, y con la máxima del carpe diem en la frente. Un saludo.