jueves, 4 de junio de 2009

EL ENIGMA DE CLAUDE CAHUN

“¿Los momentos más dichosos de toda mi vida? El sueño. Imaginar que soy otra. Actuar-me es mi rol preferido” (CLAUDE CAHUN)

El misterio que envuelve a Claude Cahun no comenzó a destaparse hasta la última década del siglo XX. Si decimos de ella que se trataba de una artista multiforme, que combinaba la fotografía con la literatura, el activismo político y otras disciplinas, en la actualidad no sonará a nada nuevo. Ni tampoco si apuntamos que era declaradamente lesbiana. Pero lo auténtico y transgresor es que Lucette Schwob, que así se llamaba en realidad, nació a finales del siglo XIX en Francia. Perteneció al grupo surrealista en el que participaba como actriz y tuvo la osadía de reivindicarse a sí misma como un ser distinto, independiente y poliforme, cuestionando el papel de la mujer en un tiempo en el que las féminas eran relegadas todavía al mero papel de musas.

Claude Cahun (izquierda) junto a su pareja Marcel Moore

Claude era su seudónimo. Un nombre indistinto para hombre o mujer, a través del que ahondaba en su ambigüedad sexual. Desde 1917, no dudó en travestirse, maquillarse y anticiparse al discurso del movimiento queer o de artistas como Cindy Sherman, Irene Andessner o Sarah Lucas. Se rapó el pelo varias décadas antes que la cantante irlandesa Sinéad O’Connor y no escondió su relación sentimental y profesional con Marcel Moore, a la que conoció en su adolescencia (el padre de la artista y la madre de su futura pareja se casaron y las dos jóvenes se convirtieron en amantes inmediatamente). Además, formó parte del grupo de lesbianas creado en torno a Sylvia Beach.

La razón de la omisión en la historia hasta los años 90 de la obra de Claude Cahun puede deberse a diversas causas, tal y como apuntan los expertos. Por un lado, hay que destacar la gran complejidad a la hora de clasificar sus trabajos, así como el desconocimiento del momento en que murió. Su rastro se perdió durante la invasión nazi de Francia. Muchos estaban convencidos de que había fallecido al ser condenada por la Gestapo, pero hoy sabemos que esa sentencia fue suspendida cuando se liberó la isla de Jersey, donde la artista habitaba. Su defunción tuvo lugar en 1954, a causa de la malaria y justo mientras preparaba su regreso a París. Hay pocos textos sobre la obra general de Claude Cahun, y la mayor parte de los publicados están escritos en francés. Sus autorretratos fotográficos fueron expuestos por primera vez en España en Explorafoto 2006, en Salamanca, y supusieron una aproximación al significado rupturista y novedoso, a través de temáticas hasta entonces nunca abordadas. La artista ya es una figura reivindicada por el panteón posmoderno.

Las fotografías de Cahun resaltan, sobre todo, la complejidad de los géneros, la no división entre masculino y femenino, y a su vez, manda a paseo el modelo de identidad fija heredada del racionalismo. Cuando se traviste como hombre (se comenta que exacerba el parecido con su padre), o como mujer, hace gala de una ambigüedad sexual que se sitúa como centro de su trabajo, donde se anticipa a todos los movimientos transgenéricos que conocemos en la actualidad.
Claude Cahun no parece cansarse nunca de estudiar sus contornos, de escrutar su rostro tomado a menudo de perfil, resaltando su nariz encorvada y prominente. Jugando con la vestimenta, con el maquillaje, con las máscaras, cortándose el pelo al cero, pintándoselo de rosa o de oro metálico… Asumiendo con una naturalidad aplastante su lesbianismo, adopta a menudo la figura del hombre y se convierte en diablo, ángel, o Barba Azul… la multiplicidad de disfraces, maquillajes y máscaras de Cahun, cuestiona unas formas de sexualidad sobre otras en una cultura en la que el deseo sexual entre dos mujeres continuaba siendo una falsa entelequia.
Cierro los ojos para delimitar la orgía. Hay demasiado de todo. Me callo, retengo mi aliento. Me acurruco, abandono mis límites, me repliego hacia un centro imaginario… no sin premeditación… me hago rapar el cabello, arrancar los dientes, los senos –todo lo que moleste o impaciente mi mirada- el estómago, los ovarios, el cerebro inconsciente y enquistado. Cuando no tenga más que una carta en la mano, un latido del corazón que sentir, pero la perfección, por supuesto ganaré la partida”, expresaba Claude sobre su proceso creativo.

Tras casi medio siglo en el limbo, el bagaje artístico de esta mujer innovadora e infinita se está tratando de recopilar, a pesar de haberse perdido buena parte de su obra.

2 comentarios:

Justo dijo...

Menuda pionera.. me alegro de que se esté rescatando su obra, tan inquietante aún hoy..

senses and nonsenses dijo...

jo, acabo de entrar en la página y veo a Claude Cahun. touché!
...si todavía no lo he leído, pero quería decírtelo, ahora te cuento.

un abrazo.