jueves, 26 de agosto de 2010

ORIGEN (INCEPTION)



Una pregunta me asaltó a la salida del cine tras ver “Origen” (Inception). ¿Estoy cogiendo manía a Christopher Nolan? La película me había gustado, sin ser un nuevo clásico como se ha dicho por ahí. Sin embargo es pretenciosa, pagada de sí misma y fatua. Pide a gritos que la odies, ignorando sus virtudes. El problema no es sólo “Origen”. El problema es que llega después de la fascinante relectura del universo de Bob Kane en las aparatosas “Batman begins” y “El caballero oscuro” (superior la segunda). Dos películas más grandes que la propia vida, que el director filma como si la vida le fuera en ello, con una tensión, trascendencia y carencia de humor que terminan por resultar irritantes en perspectiva. “Origen” es la guinda del pastel. Una película con la que el director espera cambiar el curso de la historia del cine.

“Origen” trascurre en el mundo de los sueños. Allí sucede gran parte de la acción. Nos presenta a Dom Cob un agente dedicado ha introducirse en los sueños de los demás para robar información del subconsciente del sujeto en cuestión. La película en cambio nos cuenta el plan del grupo encabezado por Cobb para llevar a cabo una novedosa misión: no robar, si no implantar una idea en el subconsciente del heredero de un imperio empresarial.

Técnicamente “Inception” es impecable como todos sus films, de una belleza formal que desarbola al espectador. Sin embargo tengo la sensación de que Nolan es menos listo de lo que el mismo se piensa. Es un director y guionista cerebral, gélido emocionalmente y petulante hasta el limite del ridículo. La trama bajo su supuesta complejidad es bastante sencilla pero parece que Nolan teme que seamos incapaces de seguir sus reglas, e insiste en recordárnoslas en los momentos más inoportunos no nos vayamos a perder; consecuencia: una ralentización en la cinta, que se traba por momentos, pierde ritmo y gana y gana minutaje.

La película tampoco cuida a los personajes secundarios. Tan solo el personaje interpretado por DiCaprio haciendo otra vez de Leonardo Di Caprio (y que recuerda al de la reciente Shutter Island) es desarrollado en condiciones, en su naturaleza de anti heroe atormentado por acontecimientos del pasado. El resto (una glacial Marion Cotillard, Ken Watanabe, Joseph Gordon-Levitt o los fuera de lugar Ellen Page y Cillian Murphy) son sombras que de vez en cuando se asoman a la pantalla para dar replica a aquel y poco más.

Nolan reclama nuestra atención como espectadores para advertirnos acerca de la imposibilidad de instalarnos en un mundo artificial y de fantasía, la realidad se impone con crudeza, pero esa reflexión acerca de lo onírico y el sentimiento de culpa inherente a la cultura cristiana (todo placer trae su penitencia, o la vida descarrilada de los protagonistas tras abusar de lo onírico) queda en un segundo plano frente a las secuencias de acción rodadas con la aspereza de Michael Mann, todo ello enfatizado con una banda sonora tensa, tenebrosa. Echamos de menos más secuencias de belleza desoladora como la de esa ciudad creada en base a recuerdos de la infancia, y esos rascacielos en mitad de desfiladeros que se desploman junto al océano ante nuestros ojos. O París desdoblándose sobre si misma. Son momentos sublimes, cine enorme. Pero la película parece obsesionada por justificarse, por explicarse a sí misma, cada uno de los ingenios que habitan en su interior. Nolan con mirada de iluminado propia del nuevo Mesías de Hollywood firma un film comprensiblemente amado pero también odiado por algunos. Yo me ubico entre ambos polos; la admiro, pero no la necesito y si me preguntan si volveré a ver alguna vez en mi vida “Origen”, la respuesta es negativa.

4 comentarios:

Birubao dijo...

No podría esta más de acuerdo en todo.

Birubao dijo...

Otro que coincide

http://www.elgarrofer.com/2010/08/opinion-%E2%80%9Corigen%E2%80%9D-de-christopher-nolan-es-buenisima.html

Anónimo dijo...

Jaja muy buena esa.

Anónimo dijo...

por muy de Nolan que sea el filme, se hace bastante aburrido y ni la espectacular realización ni la belleza de los escenarios es capaz de disfrazar un guión simple y pretencioso