Lo primero que chirría de este filme es esa dirección artística tan pretendidamente preciosista. El diseño de imágenes ambientado en los años setenta está tan trillado en fotografía, videoclips y publicidad que aburre desde el primer fotograma. La realización que desde el primer momento se ve claramente influenciada por Michel Gondry alcanza un punto en el que produce indignación por el abuso de imágenes robadas directamente del universo onírico del director francés. Pero lo más decepcionante es que tras todo ese despliegue de medios y de trucos de montaje hay una historia demasiado plana que tiene muchos más paralelismos con las lamentables El efecto mariposa –protagonizada por Aston Kutcher- o esa tontada romanticona llamada Dos vidas en un instante, que con las películas que el director belga claramente tiene como referente: Solaris de Tarkovski o The eternal sunshine of the spotless mind, de Gondry lamentablemente Jaco no cuenta con el genio del guionista Charlie Kaufman.
Lo peor de todo es que el Jaco Van Dormael o bien trata de impresionar al espectador con esas parrafadas explicativas del personaje de Leto o directamente se dirige a una audiencia descerebrada e incapaz de comprender los conceptos más simples.
Hay que reconocerle a Jaco que sabe sacar toda la belleza de sus actores protagonistas Jared Leto y Diane Kruger así como de todos los jóvenes que interpretan a los personajes principales en la adolescencia y la niñez.
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