martes, 26 de enero de 2010

LHASA DE SELA: “LHASA”

No tenía ni idea de quien era Lhasa de Sela hasta finales de diciembre pasado, momento en el que escuché por primera vez su tercer y último disco de estudio, publicado en abril de 2009. Y esto queda dicho en el amplio sentido literal de la frase, porque la cantante mexicano-estadounidense ha fallecido en año nuevo, con 37 años, a consecuencia de un cáncer de pecho con el que venía conviviendo desde hacía un tiempo. Lo primero que me llamó la atención fue, obviamente, una voz sumida en el contralto pero de una dulzura muy tangible, más o menos –las comparaciones me parecen cada vez más innecesarias- entre la calidez de Sade o la gravedad y profundidad abisal llevada a la máxima expresión de Tanita Tikaram. Lhasa afrontaba la posibilidad de que no le quedaba mucho tiempo a través de canciones con una riqueza lírica aplastante. Escuchar este disco es darse de bruces con la devastación sin dramas, caminar con la melancolía pegada a la espalda como una mochila o saborear una cucharada de miel que termina por sumergirse en una infusión humeante. La cantante se enfrentó a esa dualidad con la que bailamos todos los días: vida y muerte, dos caras de la misma moneda y ambas demasiado desvirtuadas, tanto para lo “bueno” como para lo “malo”.

Tras un fallecimiento siempre llega un tiempo indefinido de duelo, y al igual que cualquier atisbo de daño preparado para quebrar el alma, hay que sentirlo y ponerse frente a frente ante la mezcla de percepciones y el omnipresente cúmulo de lágrimas. ¿Qué se pasa por la cabeza cuando se sabe que la transición puede estar cerca? En ese punto es donde se sitúa el álbum de Lhasa, arropado por una sucesión de temas que bien podrían asemejarse a las ondas que dibuja el agua de un río al que tiramos piedras. Valiente hasta la extenuación, rendida ante el destino y el “es lo que es”, la artista dice “I’m going in” en canciones de una belleza casi icónica. Al igual que la portada, que recuerda el reflejo de lo que siempre queda, a pesar de que -al menos en lo que conocemos- éste es el único baile que bailamos.

PUNTUACIÓN: 9/10
LO MEJOR: destaparse la cara ante la muerte y crear algo tan bonito como este disco.
LO PEOR: no poder ver a Lhasa en directo.
DESTACABLES: “Is anything wrong”, “Rising”, “Love came here”, “Fool’s gold”, “Bells”, “I’m going in”…

Os dejo con un tema destacado del álbum, “Rising”, materializado en uno de los vídeos más delicados que he visto en años.

2 comentarios:

coque dijo...

a mí me gusta mucho.
y es el más triste de los motivos para empezar a escuchar a alguien, pero el disfrute musical es enorme.

Invierno von Marcham dijo...

Interesante descubrimiento. Si te apetece y tienes un rato échale un ojo a mi nuevo blog:
http://eldesiertodehielo.blogspot.com