sábado, 26 de septiembre de 2009

sábado, 19 de septiembre de 2009

PRIMER SINGLE EN SOLITARIO DE JULIAN CASABLANCAS


A través de su MySpace hemos podido escuchar el primer single del disco debút en solitario de Julian Casablancas. El tema, "11th Dimension" sorprende estilísticamente: se trata de un tema bastante electropop, adictivo, brillante y con unos teclados y con un sonido bastante ochentero, pero en el buen sentido. El lider de The Strokes publica su esperado LP "Phrazes For the Young" el próximo 19 de Octubre. Expectantes estamos todos.

"THE RESISTANCE", EL MÁS GRANDE TODAVÍA DE MUSE

Con el paso de los discos, Muse se han convertido en estrellas incuestionables. Un grupo capaz de llenar hasta la bandera estadios prácticamente en cualquier lugar del mundo, y que acumula varios hits indiscutibles a lo largo de su carrera. Tres años después de la publicación del disco más alabado y en mi opinión más pesado de su carrera, “Black holes and revelations”, publican esta semana “The resistance”.

Sí algo caracteriza, para bien y para mal, a Muse es su ambición desmedida. Esa ambición lleva aparejada una pretenciosidad, una aparatosidad musical, una falta de temor al ridículo, una querencia por el exceso en todas sus acepciones que los han convertido en uno de esos grupos que surgen de tanto en tanto, y que aglutinan a su alrededor legiones de rendidos fans junto a detractores implacables que no dudarían en amenazarles prácticamente de muerte si tuviesen la ocasión. Por ello cuando el propio grupo presentó “The resistence” como su disco más ambicioso, incluso los que disfrutamos con el desenfreno y la falta de contención de “Plug in baby”, “Stockholm syndrome” o “Hysteria”, sentimos un escalofrió recorriendo nuestra espina dorsal ante lo que se nos venía encima. ¿Existen motivos para detestar “The resistence”? ¿Ha cruzado Matt Bellamy la delgada línea que separa la genialidad –bueno, la brillantez sería más acertado en su caso- del ridículo?

A pesar de los temores ante el disco, “The resistance” se revela como un trabajo coherente con la carrera y las inquietudes estilísticas y formales del grupo, mejorando los resultados de su anterior trabajo. Estamos ante una obra grande, absolutamente desmedida en sus aspiraciones, pero que hace gala de una contundencia musical que termina por desarbolar, puntualmente, las reservas del oyente. Desde su apertura, con la fascinante “Uprising” Muse tratan de seducirnos a golpe de perfeccionamiento de estilo en una espiral de desmesura: guitarrazos destemplados, un Bellamy más barítono que nunca, unas composiciones que aúnan estribillos arrolladores con estructuras complejas, alejadas del pop convencional, rebosantes de intensidad y que ponen de manifiesto la tenacidad de un grupo que lejos de amedrentarse ante las críticas, alza la cabeza con un orgullo desafiante, y una provocadora pose llena de arrogancia dirigida como un misil hacia sus detractores.

De todas formas los aciertos suceden a los errores demasiado a menudo como para considerar a “The resistance” como un gran disco, ni siquiera como el mejor disco de Muse. Sí “Uprising” fija la temática (de corte político-revolucionario, un poco de todo a un euro, eso sí) y el estilo del disco, “Resistance” resulta manida, intrascendente y mil veces escuchada antes al propio grupo. “Undisclosed desires” es muy bonita en su sencillez (relativa, estamos hablando de Muse) y “Guiding light” recurre al romanticismo inspirado sin complejo alguno en “Can't help falling in love”. Mientras, “I belong to you” convence definitivamente con una atmósfera bohemia y circense. Sin embargo el grupo bordea el naufragio en “Exogenesis” la auto paródica pieza en tres actos que cierra el LP, y en “United States of Eurasia”, su innecesario homenaje a Queen.

CALIFICACIÓN; 6,5/10
RECOMENDABLES
: “I belong to you”, “Uprising”, “Undisclosed desires” y “Guiding light”
LO MEJOR: Los estribillos de la mayoría de los temas. Otro cantar es la producción que los acompañan.
LO PEOR: Aquellos momentos en los cuales Muse sobreactúan y sobreactúan hasta ser difícilmente soportables.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

SEGUNDO DISCO DE VAMPIRE WEEKEND


El estupendo grupo neoyorquino Vampire weekend ha anunciado el lanzamiento de su segundo disco de estudio para el mes de Enero de 2010. Se llamará “Contra”, constará de 10 canciones, según la banda ideales para conducir por la costa del Pacífico y que llevan el sonido de su primer trabajo a un nuevo nivel, y lo publicará XL. El tracklist del disco y su portada son las siguientes:

01 Horchata
02 White Sky
03 Holiday
04 California English
05 Taxi Cab
06 Run
07 Cousins
08 Giving Up the Gun
09 Diplomat’s Son
10 I Think Ur a Contra




[DVD] LA EXTRAÑA QUE HAY EN TI: JODIE FOSTER TRAS LOS PASOS DE CHARLES BRONSON

Madrid hace más de una semana. Distrito de Latina. Doce de la noche. Un cinebank utilizado tan sólo por una persona en diez mil kilómetros a la redonda es el único testigo, inmerso en calles vacías, de que se acerca su único cliente… yo. Meto la tarjeta y comienzo a echar un vistazo al listado de películas. Me equivoco de botón, le doy a "confirmar" sin querer, y el cajero escupe “La extraña que hay en ti (The brave one)”, un filme rodado hace un par de años por Neil Jordan y protagonizado por Jodie Foster. Con el alma en los pies, tengo unos 500 metros hasta casa para asumir que no queda más remedio que verla. Leyendo la sinopsis de la historia, queda bastante claro que se trata de una especie de remake encubierto de todas esas películas de los años 70 y 80 -encabezadas por el personaje de justiciero de Charles Bronson- donde las víctimas iniciales deciden tomarse la justicia por su mano y saciar su sed de venganza. En “La extraña que hay en ti” nos topamos con el peligro de la típica lección de moral estadounidense y todo lo que eso conlleva, que no es ni más ni menos que el tremendo daño que hacen buena parte de los guiones procedentes del, por ahora pero no para siempre, país-imperio. Lo único que conozco del director Neil Jordan es su título más comercial y taquillero, “Entrevista con el vampiro”. Y tampoco fue para tanto. En cuanto a Jodie Foster –que cada día se parece más a Sigourney Weaver pero con 30 centímetros de altura menos- está claro que trata de dignificar el género de acción en algunas de las películas que ha venido protagonizando a lo largo de los últimos años (“La habitación del pánico”, “Plan de vuelo: desaparecida”). Es evidente que no se ha acercado, ni de lejos, a “El silencio de los corderos”, probablemente su largometraje más conocido junto a “Taxi driver”.

En “La extraña que hay en ti”, Foster interpreta a Erica Bain, una locutora de radio neoyorquina para la que todo es perfecto. Tiene un trabajo que le gusta, un novio estupendo y un perro genial. Todo va como la seda cuando de repente ella y su chico sufren un ataque brutal por parte de los típicos matones chuletas que salen en todas las películas estadounidenses. Erica queda malherida, pero su pareja muere. El guión, que ya viene flojeando un poco, pasa a ser durante unos minutos el típico pastel de telefilme en el que vemos como la protagonista lo pasa mal, recuerda momentos con su novio, etc. Al no superar la tragedia, la locutora comienza a tomarse la justicia por su mano. Ni corta ni perezosa, compra una pistola en el mercado negro. Y si antes no le pasaba nada y todo era de color rosa, ahora y por pura coincidencia, se convierte en una especie de Jessica Fletcher porque siempre aparece en lugares donde se perpetran crímenes o aparecen matones. Mientras va buscando a los que asesinaron a su novio, Erica no duda en convertirse en una justiciera que, tras matar a un par de personas que tienen la mala suerte de cruzarse con ella, sabe utilizar su arma como el que lleva toda la vida practicando tiro al blanco. En definitiva, se pasa la ley por el arco del triunfo, cosa que a mí es lo que más me gusta de todo.

La locutora contra más se toma la justicia por su mano más se viene arriba, sobre todo en su programa de radio. La policía de Nueva York comienza a buscar al misterioso héroe, sobre todo el patético detective interpretado por Terrence Howard. Se trata del típico pesado que cree ciegamente en “lo que está bien” y como su divorcio le ha dejado hecho polvo, se refugia en su trabajo. Conoce a Erica, la cual le hace una entrevista y entre ellos surge una amistad. El caso es que hay momentos de la película en los que se puede pensar en la posibilidad de haber realizado una buena historia. Jodie Foster es muy buena actriz, y además se nota que domina el género de acción y el drama. Sus momentos de mayor angustia en ese debate constante entre su conciencia y su ansia de venganza son impagables. Incluso cuando su personaje afirma que “Nueva York es la ciudad más segura del mundo”, parece que la ironía hace acto de presencia y se agradece. Pero “La extraña que hay en ti”, aún siendo más o menos entretenida y soportable, tiene fallos tan evidentes que desde los primeros minutos ya sabemos que solamente le dedicaremos un primer y único visionado. Se podría haber sacado mucho más partido al personaje de Foster y los autores tienen la culpa, la actriz no tiene ninguna. 5/10

miércoles, 9 de septiembre de 2009

MAPA DE LOS SONIDOS DE TOKIO O LA IMPOSIBLE TAREA DE SUPERAR LOST IN TRASLATION

Cuando me propusieron ir a ver el último filme de Isabel Coixet pasé más de 24 horas despojando mi mente de cualquier tipo de pensamiento negativo. Me olvidé de que no me gustan sus películas. Dejé de lado el más leve acercamiento a lo que puede ser su mundo tras esas gafas de pasta, ese ego morrocotudo y jilipollesco a través del cual trata de convencernos de que el mismísimo Woody Allen le da consejos (esta se cruza con alguien más famoso que ella en cualquier acto y ya lo considera íntimo amigo). Incluso desterré la idea de asistir al patético espectáculo de toparme con un pobre guión que tan sólo quiere volver a enseñarnos lo frikis que son los japoneses y los rincones más sorprendentes de la capital del país del sol naciente. Disculpa, Isabel Coixet. Eso ya lo hizo Sofia Coppola en su maravillosa “Lost in traslation” (no dudo que tenga como mejor maestro a su propio padre), donde el encuentro vital entre sus dos personajes hace que todo lo de alrededor sea puro atrezzo. Y el mal llamado actor Sergi López –ese osote que lleva años deleitándonos con la misma interpretación una y otra vez-, no es Bill Murray. Hacer cine no es tirar un poco de salsa de soja sobre un lirio blanco. Ni sacar imágenes “preciosistas” de un grupo de empresarios comiendo sushi sobre mujeres desnudas. Construir una buena historia no es ir de turismo para que nos riamos con hombres anuncio vestidos de planta en el caótico metro de la capital de Japón. Porque “Mapa de los sonidos de Tokio” ha conseguido que vuelvan a renacer todos los mal llamados prejuicios con los que me han llegado a acusar con respecto a Coixet. Y digo esto porque en realidad no hago más que hacer caso de mis percepciones, y cuando las ignoro, pasa lo que pasa: salí del cine con ganas de partir en dos los anteojos de esta aspirante a cuenta cuentos. Isabel –amiga de Antony Hegarty, hermana, casi amante y confidente- me ha tomado el pelo con la historia de una siesa deprimida que trabaja en un mercado de pescado, hace curros de freelance como asesina a sueldo y de repente, al tener el encargo de matar a David (Sergi López), se enamora de él y abandona la historia.Entretanto, el inexpresivo David no puede olvidar a una novia que se ha quitado la vida. Para sobrellevarlo le come el coño un par de veces a la protagonista y le mete uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis dedos (esto es un spoiler, así tal cual). Ryu (Rinko Kikuchi), que así se llama la insólita pescadera y asesina a sueldo -igual que uno de los personajes del popular juego de lucha Street Fighter-, tiene como amigo a un señor maduro que no para de grabar los sonidos que hace ella sorbiendo la sopa. El abuelete, que en el fondo está enamorado y no tiene otra cosa mejor que hacer, nos va relatando un poco el bagaje de la aburrida “criminal” (el personaje del viejo es una especie de Pai Mai de Kill Bill en versión floja, anestesiada y pacífica).

Lo forzado y artificial hace acto de presencia en todos y cada uno de los planos del filme, probablemente muy en la línea del Almodóvar más pesado –otro que tal baila-. Los planos más fijos, se mezclan con repentinos movimientos cámara en mano que no vienen a cuento. Pero el punto álgido del largometraje –y el más impostado-, casi al final y cuando ya no sabía cómo ponerme en el cine para superar el límite del sopor mortal, tiene lugar cuando la Coixet mete con calzador una canción de su amigo Antony. Falta de espontaneidad elevada a la máxima potencia. El icono del moderneo se alza ante los ojos del espectador, y la firma de autor cutre de la directora hace que te sientas pequeño y te reduzcas a la nada. En mi caso esa sensación se materializó en unas ganas terribles de vomitar, que unidas al malestar que me provoca escuchar por una sola centésima de segundo la insufrible voz de Hegarty –de verdad, lo he intentado, pero mi sistema auditivo no está genéticamente preparado para ello-, elevaron una frase contundente a mi mente. Tuve que taparme la boca para no gritar con todas mis fuerzas: “¡Inmólate, Isabel Coixet!”. Lo peor de todo es el mensaje final del filme, según el cual, “la gente nunca cambia”. Con mentiras más atroces hemos topado, eso por un lado. Por otro, el que no evoluciona es porque tiene miedo y vuelve a repetir, una y otra vez, las mismas acciones de siempre. Hasta las que más duelen. Así que, en vista de que esta mujer incide en rodar los inmensos truños con los que ha coloreado su bagaje creativo, será que sigue envuelta en ese pánico absoluto e infantil de los que tienen el síndrome de Peter Pan. 2/10

sábado, 5 de septiembre de 2009

[DVD] WILBUR SE QUIERE SUICIDAR

Rodada en 2002 por el director danés Lone Scherfig –cuya nueva película “An education” todavía está pendiente de estrenar en España-, “Wilbur se quiere suicidar” está localizada en la industrial Glasgow. La trama se centra en el pesimismo innato de su protagonista, que a pesar de tener un magnetismo especial con todo el mundo, la vida ya no tiene ningún sentido para él y su principal objetivo es terminar con ella. Por el contrario, su hermano mayor Harbour (Adrian Rawlins) es un tío bastante vital y optimista. Como el padre de este par de frikis fallece, heredan una librería con material de segunda mano. Al dúo se suma la introvertida Alice (Shirley Henderson), que trabaja limpiando en un hospital y su hija Mary, un papel interpretado fantásticamente por la jovencita Lisa McKinlay. El filme avanza con los golpes de efecto que rodean los casi constantes intentos de suicidio de Wilbur (Jamie Sives). Los motivos para quitarse la vida no se explican en ningún momento, algo que puede ser criticado por todos aquellos que buscan respuestas a todo nada más sentarse a ver una película (bajo mi punto de vista, la falta de explicaciones son esenciales para que exista una interacción entre el espectador y el cineasta y no quede todo a mesa servida).

La melancolía aderezada por la climatología escocesa, cargada de lluvia, nubes y viento frío del norte, a la que se suma el secreto que comienza a esconder el siempre positivo Harbour -que encuentra el amor junto a Alice mientras se ocupa del pesado de su hermano pequeño- consigue crear un efecto más que digno en un filme que, para nuestro alivio, huye del drama fácil. No olvidemos que si este tipo de historias se fraguan en las cabezas de ciertos directores estadounidenses, la lágrima fácil hubiese sido la única meta. Pero en “Wilbur se quiere suicidar” nos encontramos con un grupo de supervivientes que, ante su soledad, forman su propia familia; y frente a las embestidas con las que tenemos que retarnos, cogen el toro por los cuernos. La pregunta es, por último y para no revelar datos sobre esta bonita historia, si el protagonista conseguirá quitarse la vida o si se dará cuenta de que lo mejor es esperar a que la muerte venga cuando le parezca. 8/10